«Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio» (Baltasar Gracián)
Hace ahora veinte años vio la luz el primer episodio de ‘Los Soprano’, serie televisiva que con el paso del tiempo se ha convertido en un celebrado artefacto de la cultura popular. A la cual se le puede aplicar aquello que una vez alguien dijo sobre ‘Moby Dick’: sólo quien no se entera de nada puede pensar que la novela de Herman Melville trataba de la caza de ballenas. Algo así ocurre con ‘Los Soprano’. Las andanzas de una familia de mafiosos norteamericanos encierran sobre todo una reflexión sobre distintas vertientes de la naturaleza del ser humano; entre ellas, su apego respecto al poder. Cómo atraparlo y cómo retenerlo. Incluyendo alguna enseñanza respecto a cómo comportarse si se pierde. Ayuda por lo tanto ver a ese clan de gángsters como el consejo de administración de una empresa cualquiera. O como la cúpula de un partido, salvadas sean las distancias. Mafiosos a quienes, en uno de los episodios finales de la serie, su capo se dirige en estos términos mientras hace recuento del alza exponencial de sus beneficios durante el mandato de George W. Bush. «Dios bendiga al puto Dick Cheney», proclama el Soprano sénior. Los demás asistentes a la reunión comparten su carcajada.
A Cheney, vicepresidente con Bush Jr. en la Casa Blanca, se le tiene en realidad como el auténtico ideólogo de esa revolución conservadora que fomentó una mejorable evolución de nuestro pequeño mundo. El cerebro gris de tantos y tantos desmanes: de las hipotecas basura a la invasión de Irak, dos calamidades contemporáneas. Y a Cheney se dedica una película recién estrenada, de acertado y llamativo título en su traducción al español: ‘El vicio del poder’. Que relata el enfermizo universo de la política, cuyos protagonistas sufren de distintas patologías nerviosas, que afectan al conjunto de su metabolismo, en función de su cercanía o distancia hacia el poder. Hasta que en algún caso pierden el juicio o el sentido común, acontecimiento asombroso en los casos de quienes tenían acreditado lo contrario: un suplemento de sensatez que se nubla sin embargo en contacto con la política. Las aventuras de Cheney en la recomendable película ocurren por Washington y alrededores. Nada que no pueda replicarse a escala.
A escala riojana, por ejemplo. Véase algún caso reciente. Hace ahora un mes, los nueve miembros del comité electoral del PP pusieron su firma al pie de un documento donde señalaban a su favorito para la Alcaldía de Logroño. Un papelito que se hubieran tenido que comer si no hubiera acabado antes en la trituradora de Génova, donde tenían sus propias ideas al respecto. Como pudo observarse el Día de los Inocentes, sin que ningún miembro de la cúpula regional del partido se haya tomado aún la molestia de justificar la razón de ese cambio de rumbo tan radical. Tal vez porque no hace falta: ver la mencionada película sobre el poder entendido como una enfermedad casi incurable sirve para explicar lo inexplicable.
Segunda estación, el PSOE. Que viene de protagonizar su propio espectáculo, muy rico en emociones fuertes. Antiguos amigos de toda la vida pusieron en pie un auténtico esperpento, con ocasión de las primarias de Logroño. Que tuvieron la virtud de reunir detrás de una de las candidaturas a enemigos irreconciliables de toda la vida, unidos simplemente atendiendo a la lógica que describió con maestría Hillary Clinton cuando fue preguntada por la solidez de su matrimonio: «Odiar a la misma gente une mucho». Y entender el poder como un vicio irresistible fomenta además ciertas alianzas delirantes, que desembocan en un escenario temible: al cierre de esta edición, se sigue redactando el parte de bajas y el inventario de daños.
Tercer episodio, territorio Podemos. Quien se haya visto sorprendido por la sucesión de cuchilladas entre sus mandatarios a nivel nacional es que ignora sus avatares por La Rioja, donde la formación que venía a cambiar la política ha ofrecido su particular versión corregida y aumentada de cómo la lucha por el poder desnuda lo peor de cada uno de los contendientes. Las desavenencias en su dirección, que confirman la tendencia cainita de cierta izquierda, cuentan con alguna complicidad de sus seguidores más condescendientes: ya se sabe que el sueño del poder produce monstruos.
Último capítulo, Ciudadanos. Una diputada que tiene que ir a trabajar escoltada por su padre para evitar contratiempos debería ser motivo para la reflexión, cuando menos. Entre sus pares riojanos y sus mandos nacionales, aunque su preocupación se dirige antes a procurar que el asunto no llegue a los medios de comunicación. Mientras, el partido se va desgajando casi en tantas corrientes como dirigentes. Recuerda bastante a los partidos liberales de la España finisecular: cada líder llevaba a cuestas su propia facción. Claro que entonces tenían coartada: el debate entre ellos, que generaba cruentos enfrentamientos, al menos era ideológico. No como ahora: las diferencias en Ciudadanos estriban tan sólo en que todos sufren del mismo mal. El famoso vicio del poder, más enquistado cuanto más pequeño es el cuadrilátero donde se condensa.
Pero hay buenas noticias. Esta enfermedad, que según aconseja la Fundeu se puede bautizar como ‘políticopatía’, tiene cura. En Cantabria, la candidata del PP a presidir el Gobierno acaba de retirarse de la carrera por el poder. Ruth Beitia, que así se llama la autora de semejante hallazgo, regala de paso otra lección a quien quiera seguirla: hay vida más allá de la política. Con moraleja adicional, que sirve para los Soprano, Cheney y los casos arriba citados: cuando la política se convierte en un mal, es que triunfa la mala política.
LA LETRA PEQUEÑA
Vox ya tiene sede en Logroño
Vox Rioja ya tiene sede. Luego de algunos contratiempos que han retrasado su inauguración, la formación política anuncia para la próxima semana la puesta de largo de sus instalaciones, que se ubicarán en pleno centro de Logroño, junto al Espolón. Las instalaciones se alojarán en un piso de la calle Miguel Villanueva, uno de los pasos que los dirigentes del partido consideraban prioritario para dar visibilidad a su proyecto, todavía de reciente implantación. Vox, luego de su presentación formal en Logroño, también se ha presentado en Calahorra y ultima otros actos semejantes en distintas cabeceras. Haro, por ejemplo.
Guinoa, con la dirección del PR+
La última reunión de la dirección del PR+, celebrada la pasada semana, contó con un invitado sorpresa: Emilio Sáez de Guinoa, antiguo dirigente de UPyD, asistió a la cita en primera fila, donde atendió las intervenciones de Rubén Antoñanzas y Julio Revuelta. El interesado justificó su presencia en su condición de promotor de la coordinadora La Rioja en Marcha, una plataforma que nació hace un año, integrada por distintas asociaciones que comparten un objetivo común: fortalecer el desarrollo de la región. Según el propio Guinoa, La Rioja en Marcha se dispone a firmar un convenio con el PR+. De ahí su presencia.