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Jorge Alacid

Logroño en sus bares

Bares soñados por mí

Taberna La Tana, en el corazón de Granada

El otro día me ocurrió algo extraordinario en un bar. Llegué con un grupo de amigos y nos aventuramos a pedir un vino que ninguno de nosotros había probado hasta entonces. En vista de nuestros titubeos, la amable tabernera que nos atendía sacó una copa, derramó un poco de vino y nos regaló una sucinta pero esclarecedora explicación de sus características: variedades, sabor, aroma… Unos diez segundos. Le encargamos una botella y nos la bebimos asombrados por semejante detalle de cortesía.

No fue el único suceso prodigioso que sucedió esa noche en el mismo bar. Para trasegar la botella que nos bebíamos, el hermano de la camarera que defendía con ella la barra nos acercó un plato rebosante de tapas que ninguno le habíamos pedido: una rebanada de exquisito pan con tomate y un chorro de aceite por cabeza, acompañado de un generoso dado de tortilla. Como nos llevó un rato ‘conversar la botella’, hallazgo genial del escritor chileno Jorge Edwards que me apresuro a copiarle, de la barra salió mientras tanto otra jugosa oferta gastronómica: una fuente con su correspondiente dosis de panecillos con anchoas.

Se ve que la noche iba de milagro en milagro, porque nuestra siguiente parada acaeció en otro bar cercano y allí vivimos una maravilla similar. Pedimos nuestros vinos, ya a tiro hecho y por lo tanto sin degustación previa, y con la consumición los diligentes camareros de este segundo garito nos convidaron a una estupenda ración de albóndigas como tomate. No nos lo podíamos creer, pero insistimos por si era un sueño. Así que proseguimos ruta: cervecita en una terraza y platillo de aceitunas con media docena de tapitas, una caña (muy bien tirada por cierto) en un cuarto local llegó servida junto a una tostada de revuelto de trigueros y, mientras nos acomodábamos para picar algo en un quinto bar, el camarero nos sirvió la bebida junto a otras tapas de cortesía.

Lo juro. Juro por Baco y el patrón de los hosteleros que todo esto que cuento ocurrió tal cual la semana pasada. Ocurrió… en Granada. Ya lo advirtió en este mismo blog un corresponsal hace unas cuantas entradas, cuando reflexionamos sobre la razón de que esa costumbre de invitar a la tapa gratis no se haya implantado en Logroño. Hubo algún comentario que se tomó a mal la idea que lancé pero en general el debate que se abrió entonces fue bastante templado, animado por las pistas que fueron dejando unos cuantos corresponsales: con ellas elaboró el admirado Diego Ortega un mapa de Logroño donde un reguero de bares demostraba que esa idea no era tan descabellada. Que otros bares son posibles.

Hoy, vuelvo de Granada asombrado. No he visto tanta generosidad en el sector de la hostelería en ningún otro punto de España. Y eso que he pisado unos cuantos. Y eso que hay ciudades donde ese detalle lleva tiempo implantado con extrema dadivosidad. Me cuentan que por Granada se puede de hecho almorzar (sí, almorzar) sólo a base de los pinchos y las cazuelitas con que obsequian los bares a su clientela. Bares, por cierto, rebosantes de público: una noche de miércoles la zona más típica de tapeo presentaba un aspecto muy animado. Imagino cómo estaría a esas horas la calle Laurel: la visité hace poco un lunes por la noche y tropecé con que gran parte de los bares estaban cerrados. Porque no va la gente, supongo que pensarán sus dueños. Aunque la ecuación se puede invertir: tal vez no va la gente por los bares están cerrados. De hecho, la noche del viernes ya era casi una locura transitar por los distintos itinerarios de bares granadinos. Y aunque no sé si existe una conexión entre esas dos imágenes (la tapa gratis, el bar rebosante), lo quería mencionar aquí. Por si acaso. Por dar alguna pista.

P.D. Por cierto, el vino a cuya degustación nos invitaron era granadino. Apenas unas semanas antes me acababa de enterar de que también elaboraban vino en aquella provincia, no en grandes cantidades, desde luego. A mí no me pareció gran cosa, un tinto demasiado potente para mi gusto educado en la elegante finura del Rioja. De modo que sigue siendo mi favorito.

 

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


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