Quiere la casualidad (o tal vez no: tal vez sea fruto de algún movimiento concordante, de naturaleza extraña, imposible de desencriptar) que hayan coincidido en los últimos días unas cuantas aperturas de bares que apuntan hacia la Navidad, territorio propicio para que la máquina registradora suene como manda el dios de la hostelería. Se trata de locales de distintas estirpes, alguno de los cuales ya ha merecido atención en este mismo espacio. Véase la entrada reciente dedicada a glosar la benemérita resurrección de El Soldado de Tudelilla, bajo la dirección de la maga Azucena. O esa otra buena noticia: el Barrio Bar se desdobla y se dispone a reaparecer con una alma más nocturna para hacerse cargo, bajo la sugerente denominación de Clandestino, del antiguo Maltés, huérfano desde la marcha de Nuria. Pero hay más novedades navideñas. Y son unas cuantas. Tantas que merecen una recopilación apresurada, con disculpas de antemano: alguna se quedará en el limbo. Quien quiera adecentar semejante laguna, ya lo sabe: aquí estamos para anotar sus aportaciones y corregir tales ausencias.
Veamos. Los chicos del Asterisco, de quienes ya anunciamos que dejaban avenida de Portugal, anuncian su apertura en Portales un día de éstos. En su lugar, ha brotado en el mismo local que ocupaban hasta ahora The Class, que tiene por cierto muy buena pinta. Cerquita, en la calle Portales, abrió hace tiempo La Platería, local que ocupa la sede de una antigua joyería, Mendoza. Y de ahí su nombre y de ahí una singularidad: aseguran quien han catado sus encantos que entre ellos figura la emocionante opción de que se bloqueen los móviles, habida cuenta de que el interior viene de serie reforzado por la seguridad que exigía la cámara acorazada donde se custodiaban brillantes y enseres propios de su antigua desempeño joyero. Todo un placer: catar tragos y bocados sin que suene el guasap… El paraíso.
Pero hay otros edenes. El Robusta de Múgica se acaba de desplazar unos metros para proseguir con su sugerente oferta (tortilla riquísima, cafés muy bien servidos) se supone que todavía con mayor éxito; casi al lado se aloja, en la bulliciosa Gil de Gárate que también ha merecido por aquí más de una reflexión acerca de su suculenta escena hostelera, el Neska, establecimiento que brilla todavía con el atractivo del reciente primer dí. Al cual se le unió esta misma semana otro negocio del mismo ramo, subsector restauración: el aterrizaje en Logroño del mago Juan Carlos Ferrando, a quien algunos recordamos por su ingeniosa exhibición de talento en los fogones del Viura.
Proseguimos nuestra ruta, en dirección al sur de la ciudad. Con dos novedosas referencias: Los Ángeles, bar de aroma futbolero por su vecindad al estadio de Las Gaunas, reabre sus puertas luego de unos meses clausurado. Y no demasiado lejos, en un lugar tan curioso como una estación de tren, se ubica el local llamado Las Vías, que releva al bar hasta ahora allí emplazado. Y del sur, al norte: en la plaza Fermín Gurbindo, esquina a la calle Cantabria, reabre el antiguo No va más, bajo la dirección de Naiara Rocandio (joven veterana de este mundillo), rebautizado como Aki Te Espero…
El viaje va concluyendo. Debe anotarse la próxima aparición en la calle Bretón de una hamburguesería, bocado que me tiene entre sus devotos, bajo la marca franquiciada TGB, ergo, The Good Burger, una subdivisión del grupo Restalia (cuya mano está detrás de otros locales célebres y multidiseminados por todo el país, como 100 Montaditos o La Sureña); a su vera, en Siervas de Jesús, acaba de inaugurarse Estrada da Luz y siguiendo la caminata, el Casablanca de avenida de Portugal también rejuveneció su fisonomía hace un par de tardes, como quien dice.
Lo dicho. Seguro que alguna apertura más habrá por ahí revoloteando, lo cual quiero interpretar como buena señal: me embarga, como puede colegirse, el espíritu navideño, que desprecia el dictamen de la fría estadística que según revelación reciente alerta de la desaparición de bares y más bares entre nosotros. Un dato desmentido, por ejemplo, por otra feliz aparición, la Antica Pizzería di Napoli, que no necesita grandes presentaciones para averiguar en qué basa su oferta (excelente, por cierto, según quienes la han probado) y que tiene el honor de ser pilotada por la única persona en el mundo que puede presumir (es un decir) de haber compartido pupitre primero y luego Cetme con quien esto escribe. Que se despide de ustedes deseando felices polvorones y prósperos mazapanes. Y recordando que en Navidad también nos vemos por los bares.
P. D. Este apresurado repaso de las novedades hosteleras incorpora otra inauguración en el parque de San Adrián, de modo que se completa el mapa logroñés en sus cuatro puntos cardinales con una singular y cervecera apertura: Odeón, el exitoso local desplegado en distintas versiones por el centro de Logroño, apunta ahora hacia el oeste con otra cervecería, que en este caso adopta el nombre de La Rua Brewery muy justificadamente. Porque se trata de la misma marca de esa pócima que se elabora en Albelda de Iregua, cerveza artesanal que busca su sitio en un mercado que cada vez demanda bares de este linaje, con una identidad más acusada. Los parroquianos conspicuos somos así: no nos conformamos fácilmente, como bien saben nuestros camareros de confianza. A los que aprovecho para enviar por cierto, igual que a su clientela, ese mensaje tan riojano, tan logroñés: a pasar buena noche.