¿De pie o sentados? | Logroño en sus bares - Blogs larioja.com >

Blogs

Jorge Alacid

Logroño en sus bares

¿De pie o sentados?

Terraza en un bar de la localidad francesa de Aix-en-Provence

 

Como cantaba Sergio Dalma, beber sentado no es beber. O algo así. Quiere decirse que la parroquia conspicua de cada garito suele estar formada por esos tipos acodados en la barra que radiografían con mirada aviesa a los flojos que prefieren enseñorearse de las mesas y hacerse cargo de la consumición en mullidos sofás o sillas menos confortables. Como alternativa, existe la posibilidad de hacerse el amo de un taburete y situarse en ese privilegiado paso de paloma, opción que yo siempre asociaré al cantante Pepe Blanco, quien solía adoptar tan gallarda postura cuando tomaba posesión de su esquina en La Granja (un pie sobre el estribo) y amenazaba con hacerse cargo de la ronda: “Queda invitado todo el mundo”.

Pero volvamos al presente. Tiendo a pensar que optar por beber sentado o de pie suele tener que ver con la edad. De cadete o juvenil, lo nuestro era el trago rápido y a otra cosa. Pero a medida que avanzan las canas y las arrugas… Ay, amigo: uno entra en los bares de confianza buscando un apoyo donde ubicar el trasero (también llamado pompis) y prefiere la copa, el vino o la caña de larga ingesta, a poder ser acompañada de un detalle culinario del amigo hostelero. (Si es gratis, muy agradecido).  Lo cual no es tan sencillo de encontrar como parece. De hecho, era una empresa harto difícil hace no demasiado tiempo, pero se ve que los amables dueños de los garitos de confianza han caído en la cuenta de que este detalle de asentar a su clientela les hace ganar puntos y alegra por otro lado la máquina registradora. Porque sentado uno consume más: se acomoda y al primer trago suele seguir otro o la demanda de una cazuelita para acompañarlo y así sucesivamente… Todos tan contentos. El cliente, porque le añade confort a la visita a su bar favorito; el hostelero, por lo antedicho: porque la factura se amplía en la misma proporción. Y todos tan contentos.

Medito sobre este particular una vez comprobado que empiezan a florecer en Logroño los locales donde gana espacio la zona de mesas en perjuicio de la barra. No habrá que recordar que en esa doble militancia reside uno de los grandes encantos de El Soldado de Tudelilla. La tasca de Manolo (tasca le llamo porque él mismo así denomina su bar) se erigía hasta ahora como un islote bastante solitario donde sustanciar ese dilema que a veces te hacías: me apetece tomar algo, pero prefiero hacerlo sentado. Hogaño, los ejemplos empiezan a menudear: La Tavina, por ejemplo, dispone de un piso propio para el tentempié más sosegado, bien que en taburete, y algo semejante ocurre en Crixto14, la enoteca de la calle del Cristo, al mismo tiempo que proliferan otros casos todavía más sorprendentes por su emplazamiento, más bien atípico. Es el caso del simpático local que se aloja en San Agustín enfrente de De Perdidos al Río, cuyos dueños lo ofrecen como alternativa para quien prefiere picotear sentado. Y en la vecina Laurel ocurre algo semejante en El Altillo de Barlitos, donde los pinchos y las copas trepan hasta lo más alto.

Hay más casos. La Taberna del Volapié, el jamonero Pata Negra, el venerable Las Cubanas… Cito unos cuantos bares que habilitan un espacio más acogedor que el puro rincón de la barra. Sospecho que crearán tendencia: la clientela con más alto poder adquisitivo reclama calma y buenos alimentos, lo cual exige a menudo tomar asiento.  Aunque en su fuero interno uno termine por confesar que, ay, añora los días en que aguantaba la ronda a pie de barra sin tomar aliento. Y frecuentemente sin probar bocado: vino de cosechero a pelo, que garantizaba unos labios tan ennegrecidos como cualquier neogótico.

Pero esa es otra historia.

P.D. Si se trata de estar cómodo, la foto que preside estas líneas sirve como ejemplo. Había mencionado ya en otra entrada la costumbre descubierta en la vecina Francia de emplazar sofás y no sillas en sus terrazas: esta es la prueba. La imagen, tomada este verano en Aix en Provence, ilustra una costumbre que no veo arraigada del todo en España. Desde luego, no en Logroño. Aquí seguimos fieles a la silla de enea de toda la vida, entre otros modelos triunfantes: la de director de cine, que tanto furor causó en los lejanos 80, o esos taburetes de diseño tan alambicado donde permanecer sentado resulta una proeza. Por no mencionar el aposento más clásico de los bares riojanos: el banco corrido. Que no nos lo quiten.

Un recorrido por las barras de la capital de La Rioja

Sobre el autor

Jorge Alacid López (Logroño, 1962) es periodista y autor de los blogs 'Logroño en sus bares' y 'Línea de puntos' en la web de Diario LA RIOJA, donde ocupa el cargo de coordinador de Ediciones. Doctor en Periodismo por la UPV.


octubre 2013
MTWTFSS
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
28293031