En fechas recientes tuve que responder a la pregunta, formulada por un conciudadano, de cuáles eran las principales preocupaciones que un responsable socialista tenía ahora en el actual contexto. Mi respuesta, meditada y extraída de un repaso de nuestra conducta, fue: estar más cerca de la gente que nunca para darle confianza, seguridad y expectativas, asumir errores y explicar las cosas que hacemos y por qué las hacemos, y, sobre todo, luchar contra la resignación para vencerla, para superarla.
Esto último es, con mucho, el principal efecto que la remodelación de Gobierno ha provocado entre los españoles: el mejor antídoto contra la resignación.
La renovación del Gobierno que ha acometido el presidente Zapatero para afrontar la tercera etapa de la legislatura va a dar más fuerza para impulsar la iniciativa política, algo que estimulará la recuperación de la economía y ofrecerá un sentimiento colectivo de mayor confianza en nuestras posibilidades.
En estas mismas páginas traté de explicar a los lectores el porqué, en su doble dimensión temporal y de contenidos, de las medidas adoptadas en el mes de mayo: ajuste para reducir nuestro déficit, impulso final a la reforma del sistema financiero y reforma del mercado de trabajo. Esos han sido los retos de esta etapa de la legislatura, y que el Gobierno ha desarrollado con el objetivo de preservar la solvencia de nuestras cuentas públicas, iniciar las reformas estructurales necesarias para renovar nuestro sistema económico y fortalecer y garantizar las políticas redistributivas socialdemócratas que han apoyado en dos elecciones consecutivas los españoles.
Esta etapa finalizó el miércoles pasado con el rechazo a las enmiendas de devolución de los Presupuestos. Unos presupuestos que suponen la culminación de esta etapa y la transición a una nueva en la que hace falta más fuerza.
Desde el realismo, la disciplina, la austeridad y las reformas las cuentas públicas se constituyen como la base que propicia al Gobierno una mayoría política e institucional estable para sentar los pilares de la recuperación, que permitirá crecer mejor y de otra forma, con más productividad y competitividad, y generar empleo.
Para este tiempo hace falta más fuerza. Por eso, Zapatero ha conformado un nuevo Gobierno, el más potente políticamente en la última década, integrado por responsables públicos plenamente dispuestos y preparados para explicar con claridad y contundencia qué hacemos y por qué, para que en palabras del propio presidente “todos podamos compartir los objetivos y el esfuerzo colectivo necesario para superar definitivamente la crisis”.
Por su parte, la oposición tan leal y responsable que tenemos (nótese la ironía), con el concurso ya tradicional de Sanz aquí, a lo suyo: no hacer nada y meterse en la cama.
Fíjense en qué estamos los socialistas, nos cueste lo que nos cueste (¿recuerdan?), y comparen en qué están los populares: tapando sus casos de corrupción, en el caso riojano asuntos judiciales que afectan a miembros muy notables del Gobierno, y trabajando denodadamente para que el país no tenga ni estabilidad ni presupuestos. Lo que ellos quieren son elecciones y cuanto antes. El único argumento es que con Rajoy la crisis, mundial recuerden, se acabará y todo se volverá de color de rosa. De tal forma que sólo piensan en ellos mismos y hasta se han puesto a repartir ministerios (y Sanz haciendo méritos aquí por si los sueños basados en torticeras intenciones se cumpliesen).
El resultado ya lo conocen: el empeño del Gobierno y de su presidente ha sido llevar adelante los ajustes y las reformas necesarias. Y trabajar para forjar una estabilidad permanente y unos presupuestos a partir de los cuales, iniciar la etapa definitiva de la recuperación con un Gobierno mejor y más fuerte.
Por eso, no habrá elecciones y sí habrá presupuestos. Así, vencemos el desánimo y los malos presagios, y enterramos las pretensiones de quienes quieren que la cosa vaya mal para que a ellos les vaya bien. Así, dedicamos lo mejor del proyecto socialista, en el Gobierno y en el partido, para aunar experiencia y trayectoria y culminar las reformas que España necesita para afianzar la recuperación económica y la creación de empleo.
Esa es nuestra preocupación y nuestra única ocupación, querido lector, la única. Asumimos los errores y nos volcamos en acertar, y por eso hemos puesto toda nuestra fuerza en esta nueva etapa.
Artículo publicado hoy en Diario La Rioja