Último día de campaña. Estos días, sobre todo tras el debate, me ha venido a la cabeza una reflexión sobre las palabras, porque las hay que te recorren el cuerpo entero antes de que las pronuncies. Salen de dentro de ti y se llevan parte de ti cuando las convertimos en sonidos fonéticos que viajan por el aire hasta el oído de tus interlocutores.
Cuando escuchamos a alguien decirnos ese tipo de palabras lo notamos, porque no es lo mismo recibir un mensaje verdadero que un producto amañado. Las palabras verdaderas tienen fuerza, traen fuerza y producen fuerza en quien las recibe.
A veces, por palabras como esa, un empresario se lanza a firmar el contrato más importante de su vida, un aspirante a un empleo gana la entrevista de trabajo más difícil que le ha tocado pasar, un padre transmite a un hijo el valor necesario para afrontar los retos que le llegan, un niño descubre al maestro que será su ídolo para siempre.
Ahora vienen hasta mí las palabras de Rubalcaba, su imagen, la de un hombre firme y franco dirigiéndose a los ciudadanos en su debate televisivo con Rajoy, mirando de frente, sin papeles, con mirada serena y palabras de las que recorren el cuerpo. Palabras que mueven, que son parte de quien las pronuncia. Rubalcaba tiene en la mano la energía que sostiene los grandes compromisos de una vida, la firmeza que requieren los pactos de Estado, el valor para dar los pasos firmes que hay que dar en cuando el camino es difícil.
Cuando conoces a alguien nuevo siempre sabes si es el tipo de persona con la que irías a la luna o con la que tan sólo compartirías los 75 segundos de un trayecto en ascensor.
Los proyectos políticos necesitan inteligencia, ideas, compromiso y líderes. Estoy en campaña electoral con más fuerza que nunca porque acompaño a una persona que reúne todo eso. De las que crecen cuando las dificultades crecen, de las que no se arrugan y de las que transmiten una energía verdadera.
Si le dejaran, Rubalcaba visitaría casa a casa a cada español. A todos y cada uno. Y a mí me encantaría tener la oportunidad de ver como cada uno de ellos experimenta ese contacto con alguien que es íntegro, igual por dentro que por fuera.
Entiendo lo que me quieren decir cuando algunas personas en nuestros pueblos de La Rioja me dicen que les da miedo el PP, que son duros los tiempos que vivimos y que es lógico que la gente queramos novedades, novedades positivas. Y que les da miedo Rajoy, les da miedo la opacidad, la pusilanimidad.
Las victorias se conquistan, no se esperan. Rajoy lleva tres candidaturas simplemente esperando. Con un discurso amañado cada día para no desvelar nada que le pueda ir mal. Diciendo palabras que nunca salen de él, que no provienen de él, sino de un papel que lleva en la mano y casi siempre lee.
Y seguramente será buena persona, como lo es tanta gente en cualquiera de los partidos que concurrimos a estas elecciones. Pero nos sobran con él los 75 segundos del ascensor.
La coyuntura que atravesamos es complicada. Hace falta alguien que pueda ser un líder nacional e internacional. Los problemas más graves que hay que resolver no son domésticos, tienen y provienen de ramificaciones globales. Cuando veo a Rubalcaba tratando con la gente me doy cuenta de por qué apoyo su candidatura. Y me doy cuenta de que el momento político que vivimos requiere personas como él, capaces de mover a otros, capaces del compromiso y de generar la energía precisa y franca. Y transmitirla.
No sirve la estrategia de agarrarse a un sillón cuando hay tormenta y esperar a que flote por sí sólo. Esa estrategia del me aguanto hasta que escampe a ver quien queda vivo no sirve socialmente. No sirve a nadie, ni al que aguanta.
Hace falta gente activa, esa que no tiene horas suficientes para hacer todo lo que es capaz de hacer. Y así es Rubalcaba, el hombre incansable que no conoce el desaliento y que lucha hasta el final, llueva o haga sol, hasta poner fin a ETA.
Las personas así no viven de la energía de los demás, son ellas mismas la fuente de energía para otros, por eso pueden contagiar la convicción, pueden encontrar el acuerdo, pueden generar los consensos, promover los pactos, mover las voluntades, aunar las fuerzas.
Para esas personas os pido el voto, para los socialistas, para Rubalcaba. Os pido el voto para la fuerza de lo auténtico.