Intento guiarme en mi vida por una máxima, aprendida desde pequeño, en el colegio, en la familia, y es que para apreciar el verdadero valor de los logros, y antes de conquistarlos, hay que soñarlos primero, y lucharlos después.

No es posible alcanzar una meta sin el propósito de llegar a ella, aunque, paradójicamente, hay quien  llega a ella ansiando la contraria.

Por tanto, siempre tendremos que tener en cuenta que entre quienes no han trabajado ni anhelado ningún resultado, podemos encontrar desde apoyos gozosos a firmes resistencias.

En política, así como en nuestra reciente historia, he aprendido que hay dos ejemplos claros de lo que les cuento: la consecución de la Democracia y el Estado Autonómico.

El sueño de la democracia, pese a lo que pudiera pensarse hoy, no era un ideal generalizado, especialmente en La Rioja, donde se dan pocos hechos, escasos colectivos y una minoría de ciudadanos que puedan reflejar ese propósito cuando la democracia faltaba. Hay quien esa escasez la ha justificado en la ignorancia. No es muy buena la justificación.

El sueño del Estado Autonómico fue también escaso. Las dos cosas se desearon a la vez, incluso se dice que democracia y autonomía formaron parte de un mismo empeño. Lo cierto es que no lo fue así para todos.

Hay quien fue muy combativo para conseguir la autonomía de La Rioja  y muy poco por la libertad.

Muchos se hubieran conformado con el pequeño y simbólico cambio de nombre de la Provincia de Logroño por La Rioja en el año 1981. Ahí nos hubiéramos quedado. Si no hubiera habido un objetivo, un afán, una voluntad, nunca hubiéramos llegado a convertirnos en una de las diecisiete Comunidades Autónomas de España. De acuerdo que reducida en extensión y en habitantes, pero pujante en lo económico y bastante bien cohesionada social y territorialmente.

Para quien, como yo, no vivió ese tiempo, pero se ha detenido a estudiarlo resulta increíble que saliera adelante el fin emprendido. Mientras que la típica resignación regional se conformaba con un futuro como Provincia castellana y a otros la uniprovincialidad les parecía tan inviable que buscaban anexiones con regiones forales, venció la determinación y el coraje suficiente como para que el proyecto se impusiera.

A eso hoy me aferro. Hoy ese empeño puede servir de lección. El afán y el tesón necesarios que sirvieron para convertir aquello aparentemente imposible en posible nos debe guiar para salir de esta crisis que nos ahoga económicamente y nos envilece socialmente.

Podemos volver a tener un sueño “imposible” para nuestra sociedad.

Hoy de nuevo, treinta años después, necesitamos crear una corriente de valor sobre lo que hemos construido, porque la base nos sirve. Porque con errores y abusos, el balance de La Rioja como Comunidad  ha sido enormemente positivo.

Por eso, sueño y lucho por una Rioja menos aislada, mejor comunicada, con un mayor ritmo de convergencia con las mejores regiones europeas, con trabajo estable y de calidad para todos,  con un empuje de las actividades innovadoras con alto valor añadido, con una sociedad emprendedora con proyección internacional, con un sistema educativo sin fracaso escolar o con una sanidad pública que fuera envidiada por nuestros vecinos, pero ante todo y previo a ello, para  que sea más factible, para hacerlo más creíble, hemos de compartir un sueño. Una Rioja entre todos será de todos.

No se debiera postergar un acuerdo para hacer más fácil la vida política en La Rioja, donde para afirmarse no sea imprescindible destruir al adversario, donde no sea necesario apropiarse de los aciertos y la verdad para dejar a los demás el error y la mentira; donde las argumentaciones sólidas y razonadas sustituyan a las descalificaciones.

Con poco más de treinta años de vida y 100 días de Secretario General de los socialistas riojanos, quiero contribuir a impulsar en el ámbito de nuestra Comunidad el prestigio de la política y de los partidos para reforzar y legitimar su utilidad. Lo piden los ciudadanos y lo necesita la vida pública. Les anuncio que el PSOE riojano ya ha comenzado ese camino.

Tribuna de opinión publicada hoy en Diario La Rioja con motivo de la celebración en el día de mañana, 9 de junio, del Día de La Rioja