En 1962, la Política Agrícola Común (PAC) comenzó a aplicarse con el doble objetivo de mejorar la productividad agrícola y garantizar a los consumidores un suministro de alimentos a precios razonables y, por otro lado, preservar que  los agricultores tuvieran una vida razonable.

Cuarenta años después, la nueva reforma de la PAC pretende reforzar la competitividad del sector agrícola, promover la innovación, combatir el cambio climático y apoyar a las zonas rurales impulsando el crecimiento y el empleo.

El problema, tanto en 1962 como en 2013, no está por lo tanto en los objetivos sino en su aplicación, porque pudiera ser que objetivos razonables enunciados de forma genérica, al  aplicarse en determinados territorios,  sus efectos fueran contraproducentes. En concreto, la aplicación de la actual reforma de la PAC en La Rioja, si no lo remediamos,  va a suponer  una transformación irreversible del modelo  del Rioja como motor económico y social, un perjuicio a productos muy importantes en nuestra región como son, además del viñedo, la remolacha, frutas y hortalizas y una herida de muerte a la ganadería, especialmente la extensiva.

El resultado de la negociación que ha obtenido el Gobierno español en Bruselas, especialmente en relación a las peticiones de La Rioja,  ha sido lamentable, un fracaso.

No ha conseguido mantener el valor patrimonial de los derechos de plantación del viñedo, ni tan siquiera se ha logrado una fórmula de amortiguación para que los agricultores pudieran mantener un patrimonio para cuya adquisición han invertido su vida. Tampoco se ha logrado atajar el avance imparable de la liberalización de las plantaciones pese haberse conjurado a ello. Y para rematar la faena, se han perdido 142,75 millones de euros de los que se podían haber beneficiado los viticultores riojanos, al ser excluido el viñedo, junto a frutas y hortalizas del pago directo.

También hemos cosechado pérdidas en la remolacha, al eliminarse las cuotas de la producción de este cultivo para el año 2016, y en la ganadería al ligarse la ayuda a la propiedad de la superficie, algo nefasto para la ganadería extensiva.

A partir de aquí, podremos lamentarnos del fracaso pero no debemos permanecer en él. La situación no ofrece posibilidades de retorno, por lo que será más inteligente trabajar para conseguir medidas de reparación. El procedimiento abre una oportunidad para que en cada Estado se definan aspectos fundamentales de la aplicación de la PAC, y su determinación va a ser fundamental para la agricultura y ganadería riojana.

Por lo tanto, ahora en España se abre un tiempo fundamental de negociación, al que propongo que se le dote de fuerza y acierto. La fuerza proveniente de un acuerdo del sector, con el apoyo de los grupos políticos y sociales, que reclamo y ofrezco,  que avalaría el valor de nuestra posición y el éxito de la negociación.

Hay que concretar la definición de Agricultor Activo, que debiera ser común en todos los países de la UE, hay que definir quién, qué y cuánto recibirá cada agricultor y ganadero riojano de los fondos europeos, habrá que exigir la referencia a su cotización a la Seguridad Social Agraria, a la producción anual de su explotación y a su rendimiento por cultivo, porque sería ridículo que quien trabaja el campo, mantiene su explotación y cotiza y proporciona riqueza al mundo rural quedara excluido.

Conclusión: todavía estamos a tiempo de frenar algunos de los efectos nocivos y es por lo que creo conveniente la creación de un frente común, de un frente de todos que tenga como objetivo defender el futuro de la agricultura y la ganadería riojana.

La justificación de la PAC es reforzar la competitividad. El futuro de una nueva estructura económica de España también queremos y debemos asentarlo en la competitividad. Si la agricultura riojana es ya de las más competitivas de España, parece lógico y es de razón que una negociación y reparto dentro de España debiera de atender las demandas de La Rioja.

Nuestras razones son de peso, pero para que sean imbatibles se hace necesaria la unidad del sector junto al apoyo de las instituciones riojanas. Pido un esfuerzo para convertir este tiempo de negociación en tiempo de esperanza. En ese afán va a trabajar el PSOE.

*Artículo de opinión publicado hoy, domingo 8 de septiembre, en Diario La Rioja.