La reciente celebración de la Conferencia política del PSOE ha tenido como objetivo abrir un intenso debate sobre cómo y qué tenemos que hacer para volver a obtener la confianza mayoritaria de los españoles.

A mi entender, ese objetivo se ha conseguido y ha sido merced a un debate que ha tenido tiempo, más de ocho meses, con una enorme participación abierta a miles de personas, con cientos de aportaciones y sugerencias cuyas conclusiones se han sometido finalmente a debate con las correspondientes tomas de decisión mediante votación democrática.

Algunos piensan que si no se habla de quién debe personalizar el proyecto, las expectativas de la conferencia o sus resultados son insuficientes; yo en cambio soy de la opinión de que no hay mejor manera de desnaturalizar un debate de ideas que hablar de liderazgo.

Ahora lo que “tocaba” era reflexionar profundamente sobre cuáles fueron las causas de nuestra derrota electoral por la que perdimos cuatro millones de votantes en 2011 y cuáles son los fundamentos y propuestas a renovar para recuperar de nuevo el reconocimiento de los ciudadanos.

El proyecto socialista, además de adecuarse coyunturalmente a una crisis económica, debe adaptase a una sociedad que nosotros mismos hemos transformado. La actual sociedad poco tiene que ver con la de los ochenta y noventa, y en consecuencia el PSOE, como partido y como proyecto ideológico y político, también debe evolucionar paralelamente a esa transformación si no quiere apartase de los ciudadanos.

Así hemos dado respuesta a los problemas de la redistribución injusta de nuestra sociedad y aun aceptando que no se pueden permitir grandes déficits existe margen para una reforma fiscal por la que los contribuyentes no solo paguen impuestos en función de sus ingresos, sino también de su renta y su patrimonio. Para que las rentas de capital tengan semejante tratamiento a las del trabajo. Para que la recaudación por la lucha contra el fraude y la evasión fiscal permita, entre otras cosas, eximir a los parados del pago del IRPF, así como a los pensionistas con menores ingresos. También hemos propuesto incluir en la Constitución la prohibición expresa de esa inmoralidad llamada amnistía fiscal.

En el mundo laboral seguimos afirmándonos en restablecer los derechos de los trabajadores que nunca han obstaculizado la creación de empleo.

Hemos renovado nuestro compromiso con el Estado del Bienestar, mediante el mantenimiento de un sistema público de pensiones competitivo, con la garantía de una sanidad pública de calidad, que queremos sea incluida como derecho universal en la Constitución, -ya que el PP lo ha suspendido por Decreto- y crear un Fondo de Garantía del Estado del Bienestar para ciudadanos que atraviesen dificultades coyunturales.

Nos reiteramos en que la educación es el mejor instrumento para el progreso y la igualdad de una sociedad. El compromiso menos demagogo es el compromiso en el gasto que a ella dedicamos, por ello nos hemos propuesto superar el 5% del PIB en su financiación, para así llegar a los niveles de la UE y conseguir los resultados en investigación y ciencia necesarios para recuperar a los jóvenes.

Hemos articulado nuevas fórmulas para revitalizar nuestra democracia mediante propuestas de regeneración de la política española a través de la renovación de instrumentos y reglas y con una propuesta de Reforma de la Ley electoral para la aproximación de electores y elegidos, mejorando la proporcionalidad, la representatividad y la participación, obligando a los partidos a designar sus cabezas de listas a elecciones generales por primarias, a que las listas sean desbloqueadas y se puedan marcar preferencias, a la imposición de las listas cremallera para garantizar la paridad entre hombres y mujeres o a la desaparición del voto rogado para los españoles que viven en el exterior.

Se ha hecho una apuesta firme por la laicidad, que no es una posición ni antirreligiosa ni anticlerical. Simplemente neutral. Por ello denunciaremos los acuerdos con el Vaticano y exigiremos la autofinanciación de todas las confesiones.

En estos días en que hemos debatido las conclusiones de la Conferencia, he podido sentir como el PSOE mantiene viva la pasión por la gente, por los ciudadanos y la pasión por España. El Partido Socialista, que es el único partido político que lleva a España en sus siglas quiere perfeccionar el entendimiento entre sus pueblos, quiere cohesionar su pluralidad y singularidades mediante la cultura del respeto a la diferencia. Para ello creemos firmemente que un Estado autonómico con mecanismos federales es la solución más eficaz.

Puede parecer que la política en tiempo de austeridad tiene poco margen de maniobra. Hay quien mantiene que tampoco hay margen para la diferencia. Oigo voces que dicen que este esfuerzo hay que hacerlo cuando se gobierna y no cuando se está en la oposición. Pero olvidan que buena parte de los compromisos ya los cumplimos, que la educación y la sanidad pública universal o las redes de protección social no cayeron del cielo, hubo un proyecto y una voluntad de llevarlo adelante para avanzar también en la igualdad de los derechos de los hombres y mujeres de España, hubo previamente un compromiso político para llevarlo a efecto y también hubo obstáculos políticos para que no prosperaran. No es verdad que no haya diferencias. No es verdad que el compromiso con España y su forma de entenderla haya sido el mismo, no ha sido así. El PSOE ha dicho siempre adonde quería llegar, en muchos casos lo conseguimos y en otros no, pero nunca engañamos en nuestros propósitos.

Una vez más hemos querido ofrecer una propuesta de progreso, de convivencia y de solidaridad para España que seguiremos perfeccionando para merecer su apoyo y conectar con la mayoría.

Artículo de opinión publicado hoy en Diario La Rioja