El que el Presidente de una Comunidad Autónoma se dedique a propagar insidias sobre la actividad académica de su oponente político, no estoy seguro que sea ilegal, estoy seguro que es amoral, y en todo caso es sintomático.

Soy consciente de que hay personas que consideran que para “ganar vale todo” y en consecuencia, en política te puedes esperar de “todo”. En ocasiones, como ésta, además se puede incurrir en la difamación, en el estricto campo particular de la dignidad personal y profesional.

Es entonces cuando debes comprobar si quien lo ha hecho, quien formula la difamación es consciente no solo de la falsa acusación, sino de que esas dudas salen de la esfera de lo público, de lo político y entran en el ámbito estrictamente personal.

Por esa razón quise ir a la justicia ordinaria y acogerme a un procedimiento previo en sede judicial, que está programado antes de la interposición de una demanda judicial, que se denomina acto de conciliación, por el que las partes pueden “aclarar” la intención y la envergadura de las palabras o declaraciones.

Asistí personalmente al acto de conciliación, no así el Sr. Sanz Alonso, que fue representado por un Letrado. La consecuencia del acto es la afirmación por parte del Sr. Sanz Alonso de negar la intención de acusar, indicando que únicamente se hizo eco de un rumor y que únicamente  preguntó públicamente a su adversario político si era cierto o no.

Con independencia de que hacerse eco de rumores es una disciplina censurable y más si se hace en público, lo cierto es que el Sr. Sanz Alonso en sede judicial, pudiendo acusar no acusa sino que resta valor acusatorio a sus palabras.

En resumen, el Presidente de la Comunidad me ha dado la oportunidad de que el pueblo riojano conozca que César Luena ha conseguido con el mérito máximo de cum laude su tesis doctoral, que para ello ha seguido los procedimientos habituales y que no es lógico que existan rumores en ningún sitio sobre mi capacidad académica porque precisamente la académica es mi capacidad más contrastada. Desde el inicio de mis estudios hasta el final de mi etapa universitaria de la que –normalmente no exhibo- fui premio extraordinario fin de carrera.

Soy consciente de que las disputas entre políticos envilecen nuestra actividad. Si las disputas lo son entre los dirigentes de las principales formaciones políticas todavía peor. Pero también soy consciente de que hay que defender tu dignidad y prestigio personal si quieres ser referente en la sociedad.

Por la combinación de no mezclar lo público con lo privado,  tendería a dar verosimilitud a las contestaciones del Sr. Sanz que obran en el acto de conciliación, en las que asegura que no formuló acusación alguna, ni conllevaban sus palabras la intención de ofender y que únicamente convirtió un rumor en noticia, no habiendo mala fe contra mi persona. Advierto, no obstante, que cambiaría de opinión si comprobara que ha sido un acto de simulación y existe el ánimo de la difamación personal, alejado de cualquier debate político.

La elaboración de la tesis doctoral ha sido para mí un tiempo de investigación, conocimiento y de diversión con momentos emotivos. Ha sido un trabajo que me ha impregnado y me ha dejado huella, porque he conocido un personaje trascendental en “el Rioja” a través de la documentación y de otros muchos ilustres personajes del sector, por lo que resulta chocante que algo que se puede comprobar fácilmente hoy, pero sobre todo en el futuro, se haya escogido para poner mi labor y mi persona en duda.