En estos últimos días hemos escuchado cómo José María Aznar reprochaba a Mariano Rajoy no haber sido capaz de corregir el déficit. Ocultaba Aznar que la artificial bonanza económica de su periodo no se debió a un milagro como todavía sostiene, sino a un truco: la Ley del Suelo y la consiguiente burbuja inmobiliaria de finales de los años 90. Como es sabido, mientras los ingresos fueron extraordinarios, los gastos se limitaron a ser ordinarios. Cuando la burbuja explotó, el milagro también: los ingresos desaparecieron y el déficit se disparó. Aznar, que pide políticas de máxima austeridad, fue el primer artífice del desequilibrio, pero aun siendo corresponsable, tiene razón en su crítica.
Rajoy, que prometió reducir impuestos y mantener el estado de bienestar y ha incumplido ambos propósitos al aumentar la carga impositiva, recortar los servicios públicos una media del 20% y liquidar la mitad del fondo de pensiones, ha batido también su propio récord de ineficacia y logrado que la deuda pública española supere el 100% del PIB por primera vez en un siglo.
Pero Rajoy y el PP, lejos de reconocer su fracaso, amenazan con repetir la misma promesa imposible en las próximas elecciones generales. En el colmo de la desvergüenza, lo hacen mientras piden a las instituciones europeas que no multen al Gobierno por haber incumplido con el déficit, aplazando nuevos recortes cuando pasen las elecciones.
Lo cierto es que el PP, perdiendo la oportunidad de abrir un proceso reformador de sobriedad y eficiencia del gasto público en España a raíz de la crisis, la aprovechó para cumplir objetivos clásicamente conservadores, instintivos en la derecha y fáciles de ejecutar cuando se desprecian las consecuencias y a los ciudadanos. Un ejemplo palmario son los recortes en los servicios públicos, que convierten la última legislatura en el tiempo de mayor crecimiento y desarrollo de las empresas privadas ligadas a sanidad y educación. La única realidad es que la pobreza ha aumentado, la igualdad ha disminuido, los servicios públicos han ido a menos y los privados a más, el Estado del Bienestar sigue estrechándose el cinturón y la apuesta por una transformación de la estructura económica de España continúa pendiente.
Pablo Iglesias, que hace meses predicaba su deseo de sustituir el debate izquierda-derecha por la dicotomía viejo-nuevo y despreciaba a IU por representar un conglomerado de ideas caducas y casposas, según su propia denominación, ha dado la vuelta a su pretendida transversalidad certificando por la fuerza de los hechos que no le importaba el cambio ni lo nuevo, sino sólo el pasado con forma de pinza junto al PP diciendo no a un presidente socialista y sí al inventor de la vieja fórmula: Julio Anguita. Para Iglesias solo importa la conquista del poder aunque ello requiera inventar un paraíso con recetas mágicas y soluciones simplistas.
España necesita reformas y para ello necesita voluntad de cambio y estabilidad. España necesita al PSOE. El PSOE ha sido siempre la máquina del cambio y de transformación de España y sigue siendo la única fuerza que garantiza el entendimiento y el acuerdo para llevarlo a cabo. Queremos transformar nuestro país, romper con la corrupción y la intolerancia. Nuestro proyecto se basa entre otros elementos en regeneración, honestidad y justicia social. España necesita diálogo y el acuerdo, no oportunismo o intransigencia.
La Rioja lleva muchos años viviendo en el conformismo, ajena a los problemas, dentro del falso cuento de la región perfecta, incapaz de ver cómo las regiones vecinas se desarrollaban más y mejor. La famosa ‘mirada acomplejada’ era la auténtica. El diagnóstico del PP siempre ha sido equivocado. En poco tiempo hemos descubierto que La Rioja decrece en población, se envejece, se empobrece, está aislada, no hay inversiones y cada vez menos oportunidades de empleo. “El futuro no está aquí” gritan los jóvenes riojanos. Cada día amanece con una nueva noticia de desaparición de industrias y de puestos de trabajo.
Hace pocos meses me comprometí públicamente, hoy lo vuelvo a hacer. Me pongo a disposición de mi tierra. Desde la autenticidad. Sin magia ni paraísos, con ilusión y ganas con esfuerzo y trabajo. Con toda la fuerza del Partido Socialista.
Artículo de opinión publicado en Diario La Rioja 28/05/2016