Déjenme iniciar este pequeño artículo con dos reflexiones iniciales:
a) No ganará confianza – por mucho que lo repita-un Gobierno que permite el viernes que su Vicepresidenta primera niegue la posibilidad de un rescate o como quieran llamarlo, cuando por todos es sabido que se está negociando desde hace semanas y que se aprueba al día siguiente.
b) No sé tampoco de que nos sirven ciertas altanerías del Presidente del Gobierno, cuando manifiesta que el único que ha presionado al conjunto de los países de Europa ha sido él. ¿Se imaginan a una persona que necesita dinero con extrema necesidad entrando con chulería en un banco a pedir un préstamo sin dar demasiadas garantías?
Pues bien, llegados hasta aquí lo cierto es que una de las partes más importantes de nuestro sector económico, como lo es la banca, ha necesitado de una ayuda que por nosotros solos no podíamos otorgarle. Llámese como quiera Rajoy, rescate, línea de crédito, etc., etc, lo importante desde mi punto de vista, independientemente del nombre, es que es una cantidad muy importante, – hasta un 10% del PIB – que garantizamos todos los españoles con nuestro esfuerzo y que, aunque va dirigida a la banca, si ésta no paga, serán los españoles mediante impuestos los que tendremos que pagarla.
Además de esta posible consecuencia para los ciudadanos en el caso de no poder pagar la banca, habrá otras que nos tocará afrontar. Nadie presta si no tiene la absoluta confianza de que recuperará el dinero prestado. Es verdad que falta la letra pequeña del acuerdo y se desconocen gran cantidad de aspectos, algunos tan importantes como el precio o interés del préstamo y el tiempo.
Sin embargo y desde un punto de vista positivo, deberíamos tener en cuenta de ahora en adelante algunas cosas entre nuestros objetivos futuros.
El primero es que, una vez puestas las medidas que pueden ayudar a salir adelante a nuestro sistema financiero, debemos completar el círculo contribuyendo a sanear de manera correcta nuestras cuentas públicas y contribuir a la mejora de la competitividad del país.
Dos, que al igual que el conjunto de los ciudadanos de España garantiza y avala los préstamos a conceder a la banca española – avalan incluso hasta los que desahucia esta misma banca – ésta debe devolver a los ciudadanos unas posibilidades de financiación pensando más en la riqueza del conjunto de la economía que en sus propios paradigmas especulativos y de amiguismo por las que a veces han transitado.
Y tres. Que si bien la banca se puede sentir aliviada, o incluso en parte rescatada, existen todavía muchas pymes y casi cinco millones de parados que esperan – con justicia- la misma equidad de trato por parte del Gobierno para sentirse rescatados de esta crisis a la que fundamentalmente ellos no han contribuido en generar.
Por último, me gustaría señalar que de la crisis vamos a salir, pero lo importante es el cuándo, aquí se hacen necesarios los estímulos para el crecimiento, y el cómo, aquí es necesaria la equidad.
No puede ser que siempre paguen más por la crisis los que menos culpa han tenido y los que más necesitan salir de ella urgentemente.