Oigo en muchas tertulias, leo en muchos diarios y observo en muchos círculos críticas y ataques a las decisiones y actitud del PSOE, del Gobierno y, especialmente, de Zapatero acerca de la gestión política y económica de la crisis.
He escrito en este espacio y en otros, y voy a seguir, escribiendo y trabajando, para explicar el origen de la crisis, las consecuencias, la gestión, las propuestas y los horizontes de futuro que perseguimos, que son para nosotros una mezcla de aceptación de lo duro y díficil que todavía nos queda, pero también de la esperanza que ya estamos construyendo.
Hoy quería dejar, humildemente y desde la posición que ocupo, una opinión sobre esa marea de comentarios a los que me refería al principio.
Es evidente que hemos cometido errores en la gestión de esta crisis. Tanto en la parte de los contenidos, como en la parte pedagógica. Igual de evidente es que la mayoría son aciertos, y que tan sólo nosotros reconocemos los errores.
Porque esa actitud forma parte de nuestro carácter y de nuestro talante: afrontar la realidad con un proyecto claro y asumiendo que no somos infalibles. Quizá por eso nuestro proyecto, nuestros equipos y nuestro líder siguen contando con el apoyo de la mayoría.
Diálogo y talante. Así comenzó Zapatero en el 2000. Y con autonomía. Y así sigue.
Seguramente que los participantes en esos círculos y especialmente, los dirigentes populares, adolecen, sobre todo, de lo último. Por eso se quedarán donde merecen: en la oposición.