Encuentro en Quintiliano la siguiente anécdota: “una mujer de pueblo que, por haber aprendido a acariciar y a llevar en brazos a un ternero desde su nacimiento, y a continuar haciéndolo siempre así, logró merced a la costumbre llevarlo todavía siendo un gran buey”.

A algunos, las novedades y los cambios les asustan. A los progresistas, precisamente por su definición, no. El PSOE lleva muchos años liderando en la sociedad española la lucha contra el inmovilismo.

Y la verdad que en la labor de modernizar e innovar siempre hemos sido pioneros.  Hoy hemos vuelto a ser el primer y único partido político que ha convertido las palabras en hechos y los deseos en realidad. La petición de aumentar la democracia y la participación de cada militante en la elección de su líder ha tenido su cauce a través de unas primarias en las que el PSOE ha elegido a su nuevo secretario general, Pedro Sánchez, y me atrevo a asegurar que con un notable éxito y garantía de futuro.

Abrir caminos, luchar contra la inercia entraña sus riesgos y nadie podrá negar al PSOE su decisión y su audacia. El Partido socialista ha demostrado que no solo ha sabido gobernar según las leyes, sino que es capaz de modificarlas cuando la necesidad pública lo requiere.

Ahora existe en la sociedad la petición de regeneración y  de innovación y nosotros hemos sido el único partido político en escuchar y responder con propuestas concretas. Por ello, el paso alcanzado nos dota de la legitimidad suficiente para pedir al resto de las organizaciones políticas que adopten el procedimiento de elección de voto personal, libre y  secreto de todos sus miembros. Entiendo que los militantes del resto de los partidos políticos no pueden ser menos y que la apertura de estos procesos de elección a todos los militantes y simpatizantes debe generalizarse para transferir a la política la credibilidad social que necesita.

El PSOE va a aprovechar la buena percepción que el ciudadano tiene del reciente proceso para llenarse del espíritu de confianza que nos aúne y fortalezca. Es necesario abrir una nueva etapa en España en la que los socialistas volvamos a sentirnos protagonistas de las reformas. Una etapa donde las reformas signifiquen progreso y solidaridad. Una etapa donde los recortes no sean las únicas reformas. Una nueva etapa donde los socialistas volvamos a dirigirnos a todos los españoles para ofrecerles un proyecto en común. Una etapa de valentía, sin complejos, sin renuncias y con el propósito de gobernar, siendo conscientes de que el atavismo no respeta fronteras y que habrá que enfrentarse a él.

La fundamental debe ser la recuperación de una política de crecimiento con buenos empleos. No podemos salir de la crisis con empleos de baja calidad. Debemos cambiar, debemos seguir innovando el proyecto político con los objetivos de un crecimiento que  asiente el empleo y la necesaria regeneración democrática desde una concepción de “honradez intransigente” para todo el espacio de la vida pública, como le gusta decir a Sánchez.

Siguiendo los ejemplos de Valls en Francia o de Renzi en Italia, los socialistas españoles estamos decididos a echarnos a la espalda el peso de asumir la responsabilidad de emprender los cambios y reformas que necesita la izquierda en primer lugar, y la sociedad española como terminal de destino de todo nuestro esfuerzo y trabajo. Sin duda es “el programa de una izquierda que funciona”, en palabras de Valls, o “la esperanza de los hechos” que proclama Renzi la mejor referencia para los próximos tiempos.

Referencia que también encontramos en España con dirigentes como Susana Díaz o Javier Fernández. El liderazgo de la primera para luchar contra la crisis sin recortar en derechos básicos e impulsando un crecimiento sostenible de la economía real, y la perseverancia del segundo en sostener la calidad de los servicios públicos son una seña de identidad particular de la gestión de los socialistas.

Es por todo esto que para que España funcione necesita un  PSOE a pleno rendimiento, una alternativa socialdemócrata que avance con propuestas valientes, sinceras y honestas que vuelvan a obtener la credibilidad del ciudadano y su confianza posterior.

Plinio nos dice que “la gloria y el reposo no pueden alojarse en el mismo albergue”. Si queremos mejorar debemos cambiar. El progreso es cambio.

*Artículo de opinión publicado hoy domingo 27 de julio en Diario La Rioja