He sido, y sigo siendo consciente de que el crecimiento económico y la sostenibilidad del Estado de Bienestar exigen unas cuentas públicas saneadas. También estoy convencido, como lo estaba hace tres años, de que en tiempo de crisis toca hacer sacrificios, que éstos deben repartirse de manera equitativa, que deben dirigirse a reducir gastos innecesarios y que quienes tienen más, deben hacer su esfuerzo y contribución mayores.
Hace unos meses, antes de la celebración de las elecciones generales, todos sabíamos de la gravedad de la crisis, pero participábamos de una respuesta diferente para salir de ella. Mientras unos manteníamos que para afrontar la crisis era necesario, pero insuficiente, un ajuste del gasto y una mayor austeridad, y que era imprescindible aumentar los ingresos e inevitablemente también los impuestos, con toda la carga de impopularidad que conllevaba. Otros, los ganadores del PP, mantenían un discurso mitad rosa, mitad “cuento de la lechera”, cuyo relato decía –todos lo recordarán- que no era necesario aumentar los impuestos ya que el triunfo del PP generaría confianza, la confianza generaría crecimiento y el crecimiento ingresos. Y todo desembocaría en la creación de empleo.
Una vez que el PP ha ganado las elecciones y ha formado gobierno, Rajoy ha hecho lo contrario de lo que dijeron, y para justificarse del radical cambio exhiben una excusa: “la situación es peor que la esperada”, o lo que es peor “nos han engañado”. Tengan en cuenta los lectores que esta acusación va dirigida al Gobierno que con más limpieza, prontitud y eficacia ha realizado el traspaso de poderes en la historia de la democracia.
Con independencia de que fuera cierta la existencia de un mayor déficit (dos puntos más) y que ese desfase u ocultación corresponda prácticamente en su totalidad a las Administraciones autonómicas, en cuyos Gobiernos están y en buena parte de ellos ya estaba el PP, resulta indiscutible que el “cuento de la lechera” por el que la victoria del PP era la solución automática de la crisis, además de falso era una bobada, porque de haber ocurrido así, el déficit hubiera dejado de ser un problema.
Además, tanto Rajoy como Montoro siempre han desvinculado el déficit fiscal de la subida de impuestos y han sostenido que aumentar impuestos tiene el efecto de agravar el déficit por sus efectos negativos en la actividad económica.
Por tanto, la subida de impuestos del PP supone una enmienda a la totalidad a su programa; pero eso no sería problema si no lo hicieran de forma tan burda e injusta, porque los sacrificios que imponen no recaen en las rentas más altas como proponía el PSOE, sino fundamentalmente, sobre los jóvenes y las clases medias y trabajadoras.
El PP no ha dicho la verdad a los riojanos, puesto que prometió no subir impuestos y no tocar las prestaciones sociales y es lo primero que ha hecho: aumentar los impuestos, paralizar la ley de la Dependencia, eliminar la ayuda para que los jóvenes puedan alquilar una vivienda, congelar el Salario Mínimo Interprofesional y reducir el poder adquisitivo de los pensionistas, de los funcionarios y asalariados en general al subir el IRPF.
No es equitativo congelar el Salario Mínimo Interprofesional y recuperar las deducciones por la compra de vivienda que solo beneficia a promotores y entidades financieras que especularon con ellas. No es equitativo subir las rentas del trabajo (IRPF) en todos sus tramos y no crear un impuesto a las grandes fortunas. No es equitativo frustrar las necesidades de ayuda a los ciudadanos dependientes o suprimir la renta básica de emancipación a los jóvenes.
Y se esconden. El PP en vez de encarar la explicación de estas medidas a los ciudadanos se sigue escondiendo en la ignorancia de los datos, y será cuando el desconocimiento no les sea suficiente a los ciudadanos cuando muchos de ellos descubran una forma de construir la sociedad alejada de la justicia, la solidaridad y la cohesión social.
Estos recortes sociales, esta subida de impuestos del Gobierno del PP va a generar más recesión y más desempleo, va a disminuir la renta disponible de las familias y va a contraer el consumo. Y luego vendrá el IVA, estoy convencido de ello.
El PP ha querido trasladar a los socialistas la responsabilidad de principio a fin de esta crisis, y ahora se encuentra como le rebota a ellos la crisis y la contradicción. Cicerón ya decía que en momentos de confusión pública los hombres abrazan cualquier superstición, entre ellas la de buscar en el cielo las causas y las amenazas de sus desdichas. Bien, pues ni el cielo, ni los socialistas debieran ya ser la excusa del PP para afrontar su responsabilidad.
*Tribuna de opinión publicada hoy en Diario La Rioja