Ayer, el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas daba a conocer el déficit de las Comunidades Autónomas. La Rioja, según esos datos, ha tenido un superávit del 0,26% sobre el PIB de 2008, lo que debe dar seguridad a los administrados según las palabras de Sanz.
Admitiendo y esperando que estos datos sean “ los buenos” (después de los anuncios del Gobierno de La Rioja sobre el déficit de 2011 y las necesidades de fondos de Bankia, no podemos estar enteramente tranquilos) una detallada lectura, deja al descubierto varias cosas que lejos de seguridad, suscitan preocupación.
En primer lugar, la imposición directa ha bajado casi un 14,93% con respecto al último trimestre de 2011, y no porque hayan disminuido los tipos- que no lo han hecho-, sino porque la renta de los riojanos es hoy menor que en 2011.
Lo mismo pasa con los impuestos indirectos – caen un 8,77% con respecto a lo recaudado en 2011- lo que vuelve a señalar la falta de actividad de nuestra economía.
La única cantidad que mejora es la de las transferencias del Estado, debido al adelanto de liquidaciones. Sin embargo, lo que recibimos vía transferencias de capital se ve reducido en un 90,92%
No bajan los tipos impositivos, baja la recaudación. Todo ello da idea de que nuestra economía regional se encuentra parada y ello provoca esta caída tan importante de los ingresos vía impuestos.
Desde el punto de vista del gasto, el capítulo 1 de gastos de personal, aunque se encuentran congelado los sueldos de los funcionarios, sigue creciendo moderadamente, pero crece, y eso se debe a que en ningún momento se ha realizado una poda de los puestos de trabajo contratados en función del amiguismo y otras cuestiones que no deberían producirse en la administración pública.
Los gastos corrientes están desbocados, con un crecimiento sobre el año pasado del 23,83%, es decir casi 12 veces mas de lo que ha supuesto la inflación.
Pero lo mas destacado por negativo es que nuestra inversión pública ha caído en este trimestre un 55% sobre 2011.
Conclusiones: nuestra economía está agónica, el control del gasto público no se ve por ninguna parte y la inversión regional está casi desaparecida. ¿Es esto lo que nos debe dar confianza?