Un gusano de seda ha sido el primer ser vivo que ha visitado el lado oculto de la luna. Parece un cuento chino y lo es. Será un pequeño paso para el gusano de seda –que es de por sí de pasos cortos- pero un gran salto para los lepidópteros, y para su familia, los Bombycidae, los Bombycidae de toda la vida. Sucedió el otro día –han revelado esta semana las agencias, porque era secretillo-; el jueves 3 de enero, cuando el módulo Change’ e 4, propulsado por China, alunizó; no donde se aluniza siempre, en la zona azul, que es de pago, sino en una zona un poco más alejada, hasta donde no llegan los turistas. Y es verdad que no se ve a nadie en las fotos panorámicas que ha enviado la sonda, realizadas desde un Rover, lo que es un Rover, vaya. No aparecen ni los propios chinos, que ahora copan los destinos, los museos y el segundo plano de los selfies. Llevaba el Chang’e 4 desde el 7 de diciembre por ahí dando vueltas. Y parece ser que en el módulo iban gusanos de seda y varias semillas de planta y flora. ¿Había indicios de que el lado oculto de la luna contuviera la mayor extensión (desconocida) de hojas de morera? ¿Hay en esta expedición una intención comercial velada (oculta igualmente), de prolongar la mítica ruta de la seda y, de resultas, ampliar el negocio hasta un nivel estratosférico? Naves misteriosas, recuerdo, era el título de una película de principios de los 70 que manejaba la hipótesis de que en el siglo XXI sólo quedaría vegetación en varias naves-invernadero ancladas cerca de Saturno, en las que se escuchaba a Joan Baez, que les sentaba muy bien a las plantas. Contaba la historia de su cuidador, un botánico hippie. A mí me fascinaba esta peli y la vi varias veces de niño, a la edad en que criábamos gusanos de seda en las cajas de zapatos, desde la crisálida hasta la polilla pasando por la oruga, y teniendo que ir a buscar morera a campas planetarias del Logroño exterior. No sabíamos entonces que estábamos colaborando, a largo plazo, con la carrera espacial, criando futuros cosmonautas. Interesante en todo esto el punto de vista del gusano alunizado. Su primera impresión, porque leo en la wiki que ojos-ojos no tienen, pero sí unos ocelos que les permiten adivinar la luz. Me parece suficiente baño de luna. En el cine existe lo que se llama el ‘plano gusano’, que es el que la cámara muestra a ras de suelo. Aguardamos estos datos con impaciencia, y no tardaremos en ver un anillo sideral compuesto de mariposas. Por cierto que también se le denomina ‘mariposa’ –suena más fino que ‘polilla’- al gusano de seda en su última fase, que ahora sabemos que es una fase lunar. Como el ‘profesor Mariposa’ que le apodaba el Capitán Haddock a Tornasol en el díptico Objetivo: la luna y Aterrizaje en la luna. Porque antes que el gusano de seda y que el hombre, en la luna estuvo un dibujo: Tintín, que ya la había pisado en 1954. Un pequeño paso para Tintín –que para entonces ya había pasado por Congo, América, Egipto o por la misma China- pero un gran paso para la bande dessinée. El objetivo de su misión era el mismo que el de la Chang’e 4: visitar el lado invisible, el lado desconocido de la luna, que no es lo mismo que el lado oscuro, a donde llegaría la nave misteriosa de Pink Floyd más tarde, en 1973. Tornasol pretendía hacerlo –como recordarán ustedes- con el cohete X-FLR6, autopropulsado por un motor nuclear. En la nave que finalmente irá a la luna viajara otro dibujo, el perro Milú, puesto en órbita tres años antes que Laika, una perra de carne y hueso. R. I. P. Milú regresó. No estará de más recordar que la operación lunar de la tripulación de Hergué tenía como base el país de Sildavia, que se convertiría luego para mi generación en un planeta pop, con movida. Sildavia, ¿recuerdan? La Unión. Un jardín delicioso, un destino para el ocio, fuera de los mapas; donde el tiempo pasaba despacio, no había desiertos ni falsa pasión; donde el silencio distrae los sentidos. Un planeta al que se podía llegar sin que el sol derritiera antes tus alas. Estos viajes no salen gratis y Tintín, debido a algún agujero-gusano, debió sufrir un trastorno de edad que lo sitúan ahora con 90 años como dibujo y una edad adolescente indefinida, interestelar, como personaje. Los del Hergué llegarían hasta el cráter de Hiparco, ubicado al final en la zona visible, la visitable, con cuevas de estalactitas y abismos helados.
NOTICIA DE ÚLTIMA HORA: por lo visto no llevaba el Chang’e 4 gusanos de seda, sino moscas de la fruta. Un pequeño paso para la mosca de la fruta pero un gran salto para los dípteros. Los ojos de las moscas, además, son una retícula de ojos minúsculos. No perderemos, pues, detalle. E igual dan con una nueva California, que pronto comprará Wanda.