(Primer plano de carro de Olivetti Lettera 32 con las teclas percutiendo sobre la página) Septiembre (clack, clack, clack,) de (clack) 1976 (clack, clack), Estación Continental Auto (clack, clack, clack, clack,), Calle Alenza (clack, clack), Madrid (clack, clack), 9:30 PM (clack, clack). (Madrid, exterior-noche). Hemos llegado con retraso. Salimos del autobús mi tía María Luisa, mi hermana Laura y yo. Como no aviemos no llegamos al cine. «¿Pero que quieres ver, canso?». «La batalla de Midway, tía». «¿No me llevarás a ver una de guerra?». «Que ésta es en Sensurround, tía». «¡¿En qué?!». «En Sensurround, como la de Terremoto que echaron en el Diana». «¿Chuchurround…? ¡Anda!». A mi hermana le parece bien el plan de esta batalla. Vamos mucho juntos al cine en Logroño, al Avenida, al Diana. «Y la sesión es a las diez y media. ¡Como no lleguemos!». Llueve. Todos los taxis ocupados. Salimos hasta Río Rosas a coger uno. Corriendo hasta el “Hostal Triana”, nuestra casa en Madrid, aún hoy. Tráfico a barullo, es viernes, en Madrid y lloviendo. La guerra. Yo venga mirar el reloj. A ver si nos la perdemos. Casi he engañado a mi tía para venir a Madrid sólo para verla. ¡En Sensurround! Los bombardeos, los torpedos, los aviones sobrevolando, todo en sonido Sensurround, como en Terremoto. Que temblaba el Diana. ¡Cómo tiene que ser la guerra en Sensurround! Y también sale Charlton Heston, como en Terremoto. Aquí creo que hace de capitán. Hemos llegado a Gran Vía. Cogemos todos los semáforos en rojo. «¿Y dónde ponen la batalla ésa». «En el Palafox, tía». «En Zaragoza hay otro Palafox». «Pero éste dicen que es el mejor cine de Europa». Entramos en el Hostal. Las diez. Casi no nos da tiempo ni de dejar la maleta. Mi tía pregunta en recepción dónde está el Cine Palafox, que sus sobrinos se han empeñado en ir a ver una de una batalla en chuchurround. «En Luchana, espera Marisa, que lo miro en el ABC: el 15, de Luchana». Pues allí está teniendo lugar la batalla. Salen también otros veteranos de muchas guerras: Henry Fonda, Glenn Ford, Robert Mitchum y Toshiro Mifune, que salía siempre que en las películas hacía falta un señor japonés. Pero lo bueno es que era en Sensurround y que parecía que estabas dentro. «Me han dicho tía que en algunos cines se han caído lámparas y todo por el Sensurround de la película, cuando los ataques aéreos». «Ataques…». Primer plano de la cara de mi tía. Otro taxi en Gran Vía y al Palafox. Diez y cuarto. Como haya mucha fila o no queden ya entradas. Podría ser, porque la acaban de estrenar. Mi tía deseando que no haya. Qué ganas de meterse en combate nada más llegar a Madrid. Eso pone precisamente en uno de los cartelones pintados de la fachada: «Experimentará las sensaciones reales del gran combate». Por el Sensurround, claro. Me chiflaban aquellas cartelones gigantes de los cines de Madrid. Yo iba a Madrid sólo para verlos. Eran, en muchos sentidos, más grandes que las propias películas. Diez y veinticinco. Hay dos ventanillas en el Palafox. Vamos a la de venta para la sesión. Mi tía confía en que nos volvamos al Hostal si entrar en combate. Quedan sólo…. ¡Tres entradas! Y son… de la primera fila. La sensación no va a poder ser más real. «¡Hasta la primera fila me vas a llevar, por Dios!» (Cine Palafox, interior-noche). Las puertas de cristal del Cine Palafox, local dotado «con los máximos adelantos del cine moderno» (sic). Los mármoles negros de su entrada. Los porteros y acomodadores con frac y guante blanco. El inmenso vestíbulo con aquella rueda estampada sobre las losas del suelo. Y entramos en el océano: 1300 localidades, una marea de localidades, petado. Excepto las tres de la primera fila: las nuestras. Anchas, de cuero (o similar) de color claro. Te sentabas y te tumbabas. Era como estar en un planetarium. Se hace el oscuro. Se abren las cortinas (se abrían entonces cortinas para descubrir el mar de las pantallas) y aparece un cartel que avisa de que la película contiene efectos de sonido que por su realismo podrían afectar a espectadores sensibles. Nada, nada, yo he venido aquí por el realismo. Y mi pobre tía: una de guerra, con bien de ruido, en primera fila, como estar en el mismo portaviones, y además verla desde el principio; ella, que siempre entraba al cine cuando la película estaba acabando. «¿En la batalla ésta quién gana, decidme por lo menos». «Los americanos, pero las pasan canutas». «Yo sí que las voy a pasar canutas, que me voy a tragar aquí la pantalla». Una pantalla enorme, como el teatro del Pacífico. A Oscuro y logo de la Universal, que producía el show. Salimos los tres indemnes. Se acaba de estrenar otra versión de Midway. En Madrid la ponen en el nuevo Palafox, apodado Luxury: cenas a la vez que ves la batalla. Me pilla ya con mucha mili. Lo único por mi tía, que habría cenado.