De Cuentos de la Nueva Normalidad, vol. I (Tanino Editor, 2020, pp. 135-137): «Se habla últimamente en algunos cenáculos de la existencia de una sociedad secreta conocida como “La Liga de los abrazos” que opera en el casco antiguo de la ciudad desde que se dio por concluido el confinamiento y comenzada la desescalada, y que habría intensificado su actividad con las primeras semanas de la Nueva Normalidad (NN). Según datos aportados a la Unidad de Seguimiento post-Covid por un semi-infiltrado (ya inmune al virus, pues lo superó en la primera oleada de marzo), el objetivo de dicha Liga es reducir la distancia social reglamentaria para acabar incurriendo en el contacto cuerpo a cuerpo y consumar –éste sería su fin último– un abrazo, completo. Algo hoy por hoy vigilado y sancionado por la NN, como es sabido. Hasta el momento, han trascendido algunas informaciones sobre su organización y operativa. En cambio, su origen siendo un enigma, aunque se comenta pudiera tener que ver con un grupo de asintomáticos escindido. Por lo que sabemos, la Liga está constituida por adultos de ambos sexos, paritarios en número y divididos entre ‘abrazados’ y ‘abrazadores’ según la función que les toque desarrollar en cada encuentro. El que es ‘abrazado’ en su primera convocatoria puede contactar un nuevo miembro para la siguiente, en la que aquél ya pasa a ejercer de ‘abrazador’, lo cual es un grado. Efímero, porque sólo se puede asistir, como máximo, a dos convocatorias, en calidad de una cosa o de la otra; aunque se permanezca inscrito dentro de la Liga con el rango de ‘observador’, y con opción preferente en caso de una segunda vuelta de abrazos. Así consta en los estatutos de la Organización, de los que se han localizado fragmentos de su borrador en dos contenedores de papel contiguos y próximos a una de las bodegas que dan al río. No se ha hallado, en cambio, un registro nominal de inscripciones. En la actualidad se está buscando en la nube y rastreando el IP de varios móviles sospechosos y desechables, lo que complica la investigación. Se podría estar cerca del listado de miembros, pero la Unidad de Seguimiento no da nada por confirmado. Circulan por ahí nombres de algunas personas muy conocidas en la ciudad. Sí se sabe que los requisitos para participar en este tipo de encuentros, no autorizados por la normativa de la NN, es haber dado negativo en alguno de los tres tests vigentes de detección del virus –para lo que se exige un certificado médico que lo acredite–; no pertenecer a ningún núcleo familiar de cualquiera de los otros ‘abrazados’ o ‘abrazados’, para evitar la endogamia; declaración jurada de no haber sido abrazado en dos meses por alguien con quien se mantenga no menos de cuatro grados de separación (four degrees of separation) y –lo más importante– estar diagnosticado de “carencia afectiva aguda preferente”, un síndrome declarado como efecto colateral del aislamiento reciente. Existen indicios de que los encuentros se verifican los domingos por la mañana, en dos calados alternativos y a horas cambiantes cada domingo. Para no llamar la atención del (escaso) vecindario. Y una idea aproximada –hasta donde el infiltrado ha podido conocer– de cómo se desarrolla el encuentro, que sería como sigue: a la entrada del calado, los convocados entregan móviles y cualquier otro dispositivo foto-celular. Y se les reparte una mascarilla del modelo FFP que han de colocarse, de forma que sólo se vean sus ojos, único órgano de comunicación permitido entre convocados. Una vez descendidos a la parte inferior del calado, los ‘abrazados’ y ‘abrazadores’ del día –veinte por convocatoria– se sitúan diez a un lado y diez al otro, pegados a la pared, esperando a que el ‘observador’ pulse el cronometro de ajedrez (chess clock), señal del inicio de la sesión. Entonces, en absoluto silencio, mediante contacto ocular, los ‘abrazadores’ eligen un primer ‘abrazado’. Y comienza la ceremonia, ordenada en diez turnos de abrazos de veinte segundo; es decir que cada convocado puede realizar diez abrazos, en diez cambios de pareja. Abrazos completos, como decíamos, con sentimiento, palmadas y caricias en la espalda, al modo de la antigua normalidad (AN). Finalizada la sesión, recogen sus dispositivos, salen a la superficie y discretamente se va cada cual por su lado».