Nadie sabía nada de ese contrato de la misma manera que nadie dio la orden de que se pagasen mil euros más al mes. Y es que atendiendo a las explicaciones de unos y otros más que un caso para la Fiscalía parece ser un caso más propio para mi amigo Íker Jiménez.
Confieso que todo lo que tenga que ver con los tribunales me da miedo. Y a nuestros políticos, por lo que se ve, también. Salvando las distancias, que las hay y muchas, me sorprende la tibieza de la respuesta de la alcaldesa, Cuca Gamarra, al escándalo que envuelve estos días a Logroño Turismo de la misma manera que lo hizo la de su antecesor en el cargo, Tomás Santos, tras la desaparición de las esculturas del plan de dinamización enoturística.
Cuca habló de buscar al responsable, de acuerdo, pero solo después de reclamar el dinero de unas facturas contabilizadas, pagadas y con la conformidad y el sello correspondiente de la fundación. De la misma manera Tomás se refirió en su día a no se qué investigación interna que, dicho sea de paso, acabó en nada.
Visto desde fuera, a la una y al otro les faltó determinación y contundencia, es decir, un vamos a llegar al fondo del asunto caiga quien caiga, aunque con una pequeña diferencia: si Gamarra sabe que no tiene nada que ver pues ella estaba en la oposición cuando se cocinó todo, Santos no lo tenía tan claro pues al final él era el máximo responsable aunque el cocinero vistiese delantal del PR.
Así, Gamarra y Santos, Santos y Gamarra, solo consiguen que en la calle cale el dicurso de que aquí vale todo y que en la administración pública nunca pasa nada: ni a los políticos ni a los funcionarios ni siquiera al personal eventual o los cargos de confianza.
Lo dicho: con lo fácil que sería un ‘vamos a llegar al fondo del asunto caiga quien caiga’ sin más rodeos ni tanta palabrería. Sin circunloquios ni perífrasis ni eufemismos, solo llamando a las cosas por su nombre… solo yendo, de verdad, a un juez. Y ya puestos… ¿por qué no llevar también a la Fiscalía los contratos de Jazz Group con el Gobierno de La Rioja? Más que nada por tranquilidad de los que religiosamente cumplimos con las administraciones.
P.D.
La foto, con café de por medio, es del amigo Justo Rodríguez, ya saben, el de JPEG.