Llamemos a las cosas por su nombre: Adrián, Miguel y Xabier, los tres jóvenes encarcelados en Francia por “tenencia y transporte de armas de sexta categoría con tentativa de organizar actos violentos contra las personas” cuando su único delito fue el de viajar en coche desde Logroño a Niza para participar en la contracumbre del G-20 en Cannes con un piolet en el maletero por la condición de montañista de Miguel, no dejan de ser presos políticos.
Presos políticos, sí… pero no privados de libertad en una república bananera de tres al cuarto sino en la mismísima república francesa… aquí al lado, ya saben, aquella de la ‘liberté, égalité, fraternité…’ y jodeté, que parece ser lo que han dicho las autoridades españolas viendo su actuación en un caso que, al menos al otro lado de la frontera, ha levantado ampollas.
“Tuvimos un juicio político, ha sido un secuestro de un mes, un mal sueño”, reconocen los popularmente conocidos como ‘los 3 de Niza’ tras su vuelta a casa. Una vuelta en la que han podido comprobar la ola de solidaridad surgida en torno a su caso con La Rioja como base de las movilizaciones y que emprendían la pasada semana dándole vueltas a la cabeza a la falta de respuesta por parte del Gobierno de España. ¿Qué hubiese hecho Sarkozy si tres de sus compatriotas hubiesen sido encarcelados por el mismo motivo en España? No lo podemos saber, pero algo más que Zapatero, eso seguro. Aunque ese hipotético algo no hubiera sido más que un telefonazo para decirle: “José Luis, soy Nicolás, ¿qué hay de los míos?”.