Domingo. 24 de mayo. Los colegios electorales llevan más de una hora cerrados y en el IRSAL nos afanamos por contar las 388 papeletas introducidas en la urna de la mesa A de la sección 023 del distrito censal 2 correspondiente a las Municipales 2015. Presidente, vocales –entre los cuales me encuentro tras ser agraciado en sorteo– e interventores –dos, de PP y PSOE– concluimos cerca de las nueve y media de la noche y, a falta de proceder con la urna de las Autonómicas, queda claro que el escenario político que se presenta nada tendrá que ver con lo conocido hasta ahora. 129 PP, 86 Ciudadanos, 73 Cambia Logroño, 65 PSOE, 11 PR+, 6 UPyD y 2 PCPE… 9 blancos y 7 nulos –papeletas rotas, tachadas, alguna incluso de las pasadas Europeas, y uno incluso aclarándolo con rotulador de trazo grueso en el que puede leerse ‘voto nulo’–. Una mesa de un colegio tradicionalmente ‘popular’ y que sirve para que los cinco presentes nos demos cuenta de que el Ayuntamiento de los próximos cuatro años será bien distinto al actual. De dos se pasará a cinco grupos… y sin mayoría absoluta, que es lo que ha dejado claro el fragmentado voto. A apenas unos metros, en la mesa B, los compañeros de fatiga vienen a confirmarlo minutos después: PP 176, PSOE 125, Ciudadanos 107, Cambia Logroño 77, PR+ 21… Si la cara es el espejo del alma, la cara de interventores y apoderados en noche electoral es el espejo de los resultados. Rellenada el acta de escrutinio procedemos a firmarla convenientemente y a meterla en el sobre adecuado, lo que no siempre es tarea fácil tras 14 horas de jornada. La cara de los miembros de la mesa también es el espejo… del cansancio y de las anécdotas que se lleva uno a casa. Como esa chica que, a la hora de decirle que puede meter el voto en la urna, va y te pregunta como en un acto reflejo, natural y sin pensárselo… «ah, pero… ¿no lo tiráis vosotros?».