Estos días vacacionales, en que uno se encuentra con viejos amigos y conocidos son muy apropiados, aunque pueda parecer un contrasentido, para medir la temperatura política del país. Ya estábamos acostumbrados a la alta temperatura habitual de los militantes de los principales partidos políticos, pero es novedoso el alto grado de crispación que se observa en simples simpatizantes, generalmente sensatos, y que ahora destilan animadversión, incluso odio, hacia ciertos políticos; sin duda esto es no bueno, y buena parte de la culpa la tienen las actitudes del Gobierno y de la leal Oposición, aunque, para ser sinceros, habría que remontarse al comienzo de la transición para encontrar una Oposición que mereceira el adjetivo de leal.
Es lícito y bueno el deseo de alcanzar el poder que tienen los políticos, y en eso se basa la Democracia, pero no debería ser «a cualquier precio», muchos ciudadanos tenemos la sensación de que en algunas ocasiones se ha rebasado con creces el precio a pagar por el poder, y echamos de menos, a veces, acuerdos entre Gobierno y Oposición por el bien general. Siempre he tenido un poco de manía, lo reconozco, al comportamiento del ‘Inglés’: su imperialismo trasnochado, su solución colonial, incluso sus corsarios, que hundían nuestros galeones, pero he de reconocer que, en comportamiento político, los británicos nos dan sopas con honda; y qué envidia sentí cuando, al día siguiente del trágico atentado de Londres, la oposición tory cerró filas con el gobierno laborista en interés del país; fue una soberana lección de auténtica interpretación de la Democracia -recordemos que aquí, en situación similar, la Oposición se lanzó a la yugular del Gobierno para ganar unas elecciones. ¿Qué hubiera ocurrido aquí con un lamentable suceso como el del hombre brasileño muerto por la Policía?
Claro que en las Islas las elecciones son por distritos y los electores eligen a personas concretas, no a listas cerradas. ¿No es ésta la asignatura pendiente de nuestra democracia? ¿Por qué tenemos que dar un cheque en blanco a los partidos en las elecciones? ¿Por qué no podemos elegir a las personas que nos parezcan más capaces y honestas? Con nuestro sistema electoral, ¿tenemos a los políticos más honrados y competentes o a los más maniobreros y negociadores? Si tuviésemos listas abiertas, se miraría más por el interés general y no cabrían tanto las decisiones partidistas, esas decisiones que crispan la vida política y acaban crispando también a la sociedad.