La “señá” Bibiana está enfadada. Toda la vida asando pimientos por San Mateo y, este año, se va a tener que quedar sin conserva, a no ser que levanten la prohibición. Y todo por culpa de los incendios que arrasan los montes. La Justa le dice que espere a que levanten la prohibición, que ya no puede tardar, pero el pimiento de las suertes del “Prao” no espera., ya se sabe que si no se cogen en su punto empiezan a arrugarse y se ablanda el morro, eso si no viene una helada y se los lleva por delante. Ya dice la “señá” Sancia que de qué nos sirve tener en el Tirón los mejores pimientos de España si no podemos asarlos. En las fiestas de Gracias estuvieron a punto de suspender las patatas con chorizo del Paseo de la Iglesia, aunque al final dejaron utilizar los fuegos de butano.

Y como dice Rufino, el de las vacas: «Y qué se va a quemar, si siempre los he asado en la plazuela, rodeado de casas y cemento por todas partes», pero no dejan, ni siquiera dejan asar chuletas en las piscinas, con los asadores al lado del río y sin una mala hierba seca alrededor ni monte en muchos kilómetros a la redonda. Isidro, el charramplín de los albañiles, también tiene razón, cuando dice: «Toda la vida asando chuletas y pimientos y nunca hemos conocido que provoquen incendios; intencionados sí hemos visto, del que quiere quemar sus rastrojos y se le va la mano, o los producidos por chispas de cosechadoras, pero, por asar pimientos, ¿jamás!».
Anselmo, el pastor, dice que él arreglaba rápido lo de los fuegos: «Yo prohibía todos los trabajos de apagafuegos y que se venda la leña quemada o se utilice el terreno abrasado, ¿verás como disminuían los incendios!». Claro que Anselmo no es experto, él sólo se pasa la vida en el campo, pero no entiende de protección civil ni de medio ambiente. Los expertos del Gobierno de España, que saben lo que hacen, han decidido que lo mejor es que no se asen chuletas ni pimientos en todo el país, ¿qué narices!, más vale prevenir por si acaso, aunque esté lloviendo, que no hay que fiarse.
Justino, el sobrino del Apagavelas, que tiene buena cabeza para las cuentas y sabe solfa, dice que, matando mosquitos a cañonazos, él también gobierna. No sé qué querrá decir con eso.