Coloco mi última crítica de libros, aparecida en LA RIOJA, por si alguien quiere hacer algún comentario
TRES POETAS
Cierto día, un importante crítico literario local se negó a hacer el prólogo, de un libro de poemas, de una autora novel, porque aseguraba que “era muy malo y eso no era poesía”. Dicha autora agotó la edición y batió, con aquel poemario, el record de ventas en La Rioja de un libro de poesía: 2000 ejemplares. Además, me mostró una carta manuscrita, de uno de los mejores poetas vivos españoles del momento, en la que alababa, con admiración y reiteradamente, la bondad del libro. Esta anécdota me dio una lección sobre la relatividad de los valores literarios en la poesía, y con este ánimo de que “todo verso encuentra su lector” inicio las reseñas de estos poemarios.
Es encomiable la labor de “Ediciones 4 de Agosto” en la publicación de libros en La Rioja, pues supone el primer intento serio de edición continuada y constante -más de treinta títulos en el último año- y con bastante buen criterio a la hora de seleccionar sus autores, aunque, naturalmente, entre tantos, hay diferencias de calidad. Hoy voy a presentar tres libros de esta editorial, de distinta factura y colección:
“TOUR DE FRANCE”, de Luis Felipe Comendador, es un pequeño libro de poemas -pequeño en tamaño, que no en intenciones- en el que el autor narra sutiles historias de la vida de un ciclista, transmitiendo sensaciones íntimas y, a veces, encontradas: la épica de la valentía, la inutilidad del esfuerzo, la delgada línea roja que separa el éxito del fracaso…
Comendador maneja bien las cadencias del verso, en un lenguaje sencillo, claro y muy práctico, que hace que el poema fluya con naturalidad, lo cual es de agradecer, así como su habilidad en los estrambotes, esa especie de codas musicales que constituyen la esencia del poema y lo resumen o dejan abierto. Luis Felipe Comendador es un poeta que conoce el oficio, y su estilo escueto y cristalino, nos sumerge en el mundo del ciclismo: los abanicos, el sprint, los puertos, el desplome…, en las luces y, sobre todo, en las sombras de un deporte en el que, como bien dice: “Un tubular, entonces,/es laurel o fracaso./Ser o no ser depende/de un golpe de riñones.”
“EJERCICIOS ESPIRITUALES” es un poemario que bien pudiera ser prosa, pues la ausencia de métrica, rima, acentos y cadencias dota a los versos de un carácter plano, que en modo alguno indica ausencia de calidad o desdoro. Nacho Escuín, probablemente, opta por este modelo de escritura para dar naturalidad a sus historias de la vida cotidiana, en las que, arrancando de unos adolescentes ejercicios espirituales, recorre lugares y pensamientos personales, en los que el amor, o su necesidad, son constante compañía. Lo mejor del libro es el buen tino con que maneja el lenguaje natural, así como la sencillez consciente, sin florituras innecesarias, aunque, en algún momento, no le favorece descender al coloquialismo, y tampoco algunos extraños olvidos en la puntuación. Escuín es un valor joven al que conviene seguir, por la frescura de sus ideas y su lenguaje, como lo muestra en: “A veces del amor me quedo/con el instante previo a saberte mía,/otras, con el instante de después,/y, en alguna ocasión,/con la chica”. En sus versos, se nota al poeta. Y eso no es poco.
“PAISAJE INTERIOR” es otro tipo de poesía, en la que la autora desnuda su corazón y su pensamiento, en un loable ejercicio para mostrar su interpretación del mundo, de la vida, y de su entorno, y esto no es tarea fácil: “Desde hace mucho tiempo/estoy en guardia. /La vida te arma pronto/sin pedirte permiso.” María Jesús Torralba deja en el aire interrogantes sobre el comportamiento humano, la fidelidad a las personas, y a las ideas, y la importancia de la reflexión, utilizando su caudal poético como medio de expresar sus preocupaciones interiores. Emplea verso libre, de longitud, generalmente, corta, pero también endecasílabos, con los que forma estrofas de cuatro versos, muy apropiados para sus reflexiones existenciales, pero a las que, a veces, perjudica la rima par, pues da sensación de monotonía. Hay, por tanto, que reconocer el mérito a María Jesús, pues, como insinúa el epiloguista, imparte una lección moral.