Es una jota riojana, de las que se echaban en las rondas, por las calles de los pueblos riojalteños, cuando todavía había gusto por cantar, y era la tercera en «tirarse», tras la obligada: «Con el permiso de Dios/ y con el del señor alcalde/…» y la segunda: «Señor cura baje usted/ que he visto una cosa rara/…» Esta jota dice así: «En La Rioja, los riojanos,/ cuando un forastero llega,/ para hacerle los honores,/ lo llevan a la bodega.» Naturalmente, era en los tiempos en que todo estaba muy claro,
todos sabían qué era La Rioja, aunque la provincia se llamase Logroño, y quienes eran los riojanos: los que habían pasado su infancia en La Rioja, o sea casi todos los conocidos. El forastero solía ser un señor de Bilbao, que hablaba muy alto, decía agur, entendía de todo, y gustaba beber el clarete de las cubas. Y todos sabían dónde estaba y de quien era la bodega. Ahora, sin embargo, las cosas han cambiado.
La Rioja tiene límites, bandera propia, parlamento y gobierno, aunque hay vino de Rioja navarro y también alavés-si aquí fuéramos nacionalistas, ya estaríamos pidiendo la devolución de los territorios «históricos»- y existe una Riojilla burgalesa. Saber quienes son riojanos, es más difícil, porque ahora dicen que es riojano todo aquel que vive y trabaja en La Rioja, y así hay riojanos que son paquistaníes, rumanos, ecuatorianos, colombianos, chinos…; y también, riojanos que son ortodoxos, islámicos, budistas, animistas…; y riojanos blancos, negros, árabes, amarillos, cobrizos… ¿Y quién es el forastero? Seguramente nadie, porque sabemos que «En La Rioja, nadie es extranjero», «Peregrino, en Nájera eres najerino», «Haro está con París y Londres», etc. O quizás siga siendo el forastero aquel señor de Bilbao, que ahora se pasea con un periódico en euskera y, además de «agur», dice otras palabras en vascuence, sigue hablando muy alto y entendiendo de todo, le continúa gustando el clarete y se ha comprado un piso en Ezcaray, con bodeguita, aunque la llame “txoco”. Respecto a la bodega, se sigue sabiendo dónde está, pero en cuanto a «¿de quién es?», no es asunto claro; en la que yo ceno los sábados, en un cortado del Tirón, bajo el arrullo de los chopos y el rumor impenitente de la vieja corriente, cuando llega el recibo de la contribución, dice que sus propietarios son J. B. Chavarri y 22 más; y de una cosa estoy seguro: todos son riojanos, aunque bastantes vivan, trabajen y voten fuera de La Rioja, pero ellos conocen bien las palabras de Homero: «Yo no puedo concebir otra cosa más dulce que la propia patria», y es bien sabido lo que dijo el poeta: «La patria del hombre es la niñez».