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La plazuela perdida

DE COHECHOS

Últimamente se habla mucho de cohechos. Los profanos en materia judicial hemos aprendido, por la prensa, que existe el cohecho impropio y parece ser menos grave que el otro. En el D.R.A.E. una de las acepciones de la palabra cohechar es: “Sobornar, corromper con dádivas a cualquier funcionario público para que, contra justicia o derecho, haga o deje de hacer lo que se le pide. Según esta definición, sería cohecho, no el hecho de aceptar dádivas, sino que, como contrapartida a los regalos, se haga algo impropio o se deje de hacer algo propio.

Dicen que si los políticos aceptan regalos cometen cohecho impropio. Todos estaremos de acuerdo en que la invitación a comer ,en las fiestas de una localidad, al político de turno, es una deferencia obligada y no tiene nada de cohecho; como tampoco lo sería el recibir, como regalo, el producto típico de la zona: anchoas de Cantabria, miel de la Alcarria o vino de Rioja. Si los regalos son bolsos o trajes de alta costura, como ocurre en las últimas denuncias, es lógico que los jueces duden, al tipificar el hecho, pues no parece que el valor de la dádiva sea suficiente para cambiar el buen gobernar, aunque todo es relativo –a un pariente mío, profesor, intentaron sobornarlo con mil pesetas, o sea seis euros, para conseguir el aprobado del hijo-. Si el regalo fuera unas vacaciones de lujo para toda la familia, un vehículo espectacular, diez mil acciones de una empresa o un chalet, estaríamos ante un cohecho de lo más propio, que seguramente acabaría con el político entre rejas.

Sin embargo, hay otro tipo de regalos, que se consideran usos normales en política, y a mí me parece que se ajustan a la definición de cohecho. Me refiero a esas negociaciones parlamentarias, en las que se comprometen ingentes cantidades de dinero público, para alguna comunidad o para proyectos concretos, que consideran oportuno ciertos partidos pequeños o secciones regionales de partidos grandes, cuyos votos son necesarios para la mayoría gubernamental en las Cortes generales. Esto si me parece que se ajusta a la definición de cohecho, porque es “sobornar con dádivas” –dar más dinero a una comunidad del que estaba previsto-, para que “contra justicia” –se suele dar más dinero a comunidades que lo necesitan menos- “hagan lo que se les pide” –dar el voto o cambiar su sentido, para que el partido gobernante tenga mayoría parlamentaria-. Sin duda, a veces, se debería leer el diccionario para no dar lugar a malentendidos. O quizás diese lo mismo.

“ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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