En el opúsculo de Valle-Inclán, titulado: “¿Para cuándo son las reclamaciones diplomáticas?”, aparecen sólo dos papeles: el dominante don Herculano, editor de la gacetilla regional “El abanderado de las Hurdes”, y su jefe de redacción don Serenín, hombre apocado y discreto. En el ridiculizado diálogo político de estos personajes de la derecha de principios del siglo XX, Valle, con la ironía acostumbrada, aunque disparase con bala de cañón, ponía en boca de don Serenín las palabras: “¡Como que la izquierda sólo hace falta en el toreo!” Esta frase, contestada por el ínclito don Herculano con la reprimenda: “No sea usted chabacano”, tal como están las relaciones entre los diversos partidos políticos, últimamente, bien pudiéramos haberla oído en cualquier declaración parlamentaria de pasillo, tanto nacional como regional.
A menudo, oigo a personas de la derecha sociológica plantear la tesis de que los conservadores hacen que el país funcione, cuando vienen mal dadas, y, una vez en marcha y con ahorro, la izquierda sirve para gastarlo. No quiero entrar en el análisis de si, como dicen muchos, esto ha sido norma en la última democracia, pero, en cualquier caso, esta teoría echaría por tierra la de don Serenín, pues la izquierda ya haría falta para algo más que para el toreo: para gastar lo ahorrado. Esto, a pesar de que pueda parecer lo contrario, no invalida “per se” la acción de la izquierda, pues todos celebraríamos la existencia de un partido que supiera gastar. La clave no está en gastar o no gastar, sino en gastar bien o gastar mal. Y esto sí que es harina de otro costal; y por ahí creo que han llegado muchos de los últimos males de nuestro país: hemos gastado mal, además de mucho. En la frase anterior, pongo la primera persona del plural, por esa especie de educación, casi gramatical, que, a algunos, nos lleva a incluirnos en los males de la patria, aunque hayamos tenido poco que ver en el mal gasto.
¿Quiénes han gastado mucho y mal? ¿El Gobierno de Zapatero? ¿Las Comunidades Autónomas? ¿Los Ayuntamientos? ¿Esa Banca en ruina, que ahora se permite aconsejar al presidente que resista? ¿Todos? ¿Ninguno? Cada cual debe examinarlo, con cuidado, porque ya se sabe que lo que para uno es un mal gasto –incluidas las corrupciones más cómicas, como la de los ERE-, para otro es un regalo del cielo –o del gobernante que reparte, que viene a ser casi lo mismo-; y debería recordarlo a la hora de votar, porque, si algo no necesitamos en España, son malgastadores. Aunque esto no lo decían don Herculano ni don Serenín, Valle, seguro que lo pensaba. Y yo. Y usted. Y casi todos los que no resultan beneficiados por el mal gasto. Además, a los malgastadores no habrá que buscarlos muy lejos y no harán falta reclamaciones diplomáticas.
“ALONSO CHÁVARRI”