Título: ALGO DE MÍ
Autor: JULIO ARNAIZ
Género: POESÍA
Editorial OCHOA, 70 págs.
Hace años, envié unos relatos a cierto editor, que me contestó amablemente: “…los relatos son buenos, pero les falta un hilo conductor, una unión temática que haga del libro un todo, necesario para su publicación…”. Aquella curiosa manera de decirme no, hizo que reflexionase sobre mi modo de escribir y llegué a plantearme los relatos de forma profesional, durante una temporada, hasta que me di cuenta de que lo del hilo conductor era una soberana tontería, y que la espontaneidad y la inspiración, del que ama lo que escribe, es tan importante como la planificación del profesional. El poeta Julio Arnaiz, nacido en el pueblo riojano de Valgañón, es un escritor que ama la poesía. Hay poetas, algunos muy buenos, que hacen de la poesía una profesión y escriben cuando consideran que necesitan publicar un libro –a veces es su editor quien les dice cuando han de escribir-; otros, sin embargo, escriben en cualquier momento, hacen de la poesía su equipaje de mano y ésta siempre les acompaña, la llevan adherida, como una segunda piel. De estos últimos es Julio Arnaiz.
Estos poetas constantes, que viven y aman la poesía sin condiciones, suelen caracterizarse, además de por su visible afición, casi obsesión, a los versos, por la variedad temática y de estilo con que componen sus obras, no importándoles si tienen sus libros un hilo conductor o un estilo, que marque sus poemas con característica propia; éstos acaban siendo, de forma inevitable, el resumen de una vida. Así ocurre con este libro de poemas de Julio, titulado: ALGO DE MÍ, y que ha sido impreso por Editorial Ochoa.
Julio Arnaiz escribe sonetos a la primavera: “…Por el camino llega, ¡abridle paso! / ¿Quién será a esta hora tarda, en este día / cansado y eterno, di, ¿quién será?/…”; también teje versos libres, como estos dedicados a la esperanza: “Que no te falte la luz, / que no te falte, / ahora que ves en la penumbra / de las tardes borrascosas…”; pero quizá donde se siente más cómodo es en el romancillo octosílabo, tan apropiado para cantar gestas heroicas de nuestros antepasados, aunque ahora sea un tema en desuso, como el dedicado al fuero de Logroño: “…Allí soltó D. García / de su caballo las riendas / y de sus ojos las lágrimas / mientras al rey los pies besa…”.
El autor no pretende profundos monólogos poéticos, sino que va fabricando poesía de los pensamientos corrientes de la vida y de las lecturas y escenas cotidianas. Puede escribir sensatas reflexiones en sus sonetos o cantar al amor en variados estilos, así como hilvanar dedicatorias o componer odas al vino de Rioja; igual exalta lugares y monumentos como alaba a las glorias del ciclismo, del que se confiesa seguidor. Éstos son los versos de Julio Arnaiz, un hombre con fe ilimitada en la poesía, como dice en el poema dedicado al ciclista Miguel Induráin: “…es la estrella de la fe, / la fe que mueve montañas.”
“ALONSO CHÁVARRI”