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La plazuela perdida

¿UN HOMBRE DE SU TIEMPO?

La señal inequívoca de que uno se hace viejo es el rechazo a las nuevas tecnologías y nuevas formas de vida, así como la complacencia en lo tradicional, en aquello de que “todo tiempo pasado fue mejor”. Esta actitud no es mala ni buena, pese a que muchos se empecinan en negar la vejez, en disimular el paso de los años, en aferrarse con todas sus fuerzas a lo nuevo, como forma de sentirse jóvenes; “ser un hombre de su tiempo” es el lema preferido de estos buscadores de la eterna juventud. A mí, el lema me gusta, estoy de acuerdo en que se ha de ser “un hombre de su tiempo”, pero ¿cuál es su tiempo? Puede ser el tiempo del poeta, que decía “la patria del hombre es la niñez”; o puede ser el tiempo de la juventud, cuando se forja la persona y se decide el rumbo de la vida. No creo que ser “un hombre de su tiempo” sea embarcarse en aventuras juveniles, ponerse minifaldas a los 60, irse de cubatas nocturnos con los hijos o hacerse adicto a chats en la red. Yo considero “hombre de su tiempo” al que sigue siendo capaz de interpretar la vida, de entender los cambios, aunque no los comparta, de no dejarse engañar por los fuegos de artificio de la modernidad, que, en el fondo, suelen ser humo de intereses.

Hay una exaltación desordenada de las nuevas tecnologías, como panacea de casi todo. Yo entiendo los intereses económicos que se mueven alrededor de estos productos de Silicon Valley; entiendo menos el proselitismo, casi religioso, de los nuevos conversos –políticos incluidos-; y mantengo la teoría, después de haber sido profesor de Informática durante 20 años, de que las nuevas tecnologías atontan a los niños, no por un problema intrínseco, todo lo contrario, pues son evidentes los beneficios de un uso adecuado, sino por exceso de utilización y, sobre todo, por mal uso.

Las actuales generaciones, de videojuegos, TV y ordenador -que, no nos engañemos, el 90% del tiempo lo utilizan en un ocio sin sentido: juegos, chats, realitys y sexo- han perdido pensamiento lógico, espíritu crítico y, especialmente, sentido de futuro, pues se han acostumbrado a la inmediatez sin esfuerzo, que proporcionan estos útiles, y quieren “todo y ahora”, lo cual choca directamente con la dura realidad de la vida.

Así que, de acuerdo, uno ha de ser un hombre de su tiempo, pero sobre todo, ha de ser dueño de su tiempo, y no ha de dedicarse a perderlo en lo que otros quieren que lo pierda. A fin de cuentas, tiempo es casi lo único que tenemos. Y no mucho.

“ALONSO CHÁVARRI”

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Por Jesús Miguel ALONSO CHÁVARRI

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marzo 2010
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