Sucede en las mejores familias, en las otras ya se sabe que la paga es un sueño imposible, si se gasta más de lo que se ingresa, llega un momento en que te castigan sin paga, o sea a ahorrar. Esto es lo que ha ocurrido en España. El gobierno socialista se puso a gastar alegremente –los gobiernos casi siempre gastan alegremente, porque es muy fácil gastar el dinero ajeno-, y ahora los jefes europeos le llaman la atención porque amenazamos ruina. Ruina es una palabra antigua, que suena a posguerra, a casino, a desastre, y además está en desuso. Si alguien se arruina, ahora se dice que tiene falta coyuntural de liquidez, como les ocurrió a los bancos, y se intenta solucionar con un “pelotazo”. Claro que, para arruinarse, antes se ha de tener algo; es la ventaja de la mayoría, que no tiene casi nada: nunca se van a arruinar.

Llama mucho la atención que España amenace ruina, porque, hasta hace nada, nadábamos en la abundancia; recuérdese que no sólo se regalaba dinero a los clásicos del asunto: sindicatos, oenegés afines, proyectos de los nuevos ministerios de la cosa, asesores mil, etc., etc., sino

que había subvenciones para toda clase de asociaciones extravagantes, incluso del extranjero; hasta los señores del Gobierno nos regalaron, sin haberlo pedido , cuatrocientos euros a cada declarante de la renta para, verbigracia, apañarnos un fin de semana en Benidorm, que relaja mucho. A lo peor es por esto por lo que amenazamos ruina: por regalar el dinero a lo tonto. Y como, cuando no hay harina, todo es mohína, ahora hay que pagar más intereses por la deuda española, que parece que no se coloca bien. Yo lo aprendí en los bancos: si tienes mucho, te regalan toallas, mantas o, incluso, un televisor de pantalla plana, pero si tienes poco, te lo van quitando, como quien no quiere la cosa –prueben a dejar una cuenta con 50 euros y vuelvan después de unos años, seguramente le deberán dinero al banco-.

Es bien raro que, si nos castigan por amenazar ruina, hayamos de aportar 10.000 millones de euros para evitar la ruina de Grecia. ¿No sería mejor emplearlos en evitar la nuestra? ¡Como no me llega para pagar mi hipoteca, voy a dejarle el dinero al vecino, que tampoco le llega! Cosas de la alta política o de las altas finanzas, vaya usted a saber. Es como lo del Gobierno: ¿no había ningún asesor, entre los cientos que cobran por hacerlo –ya suponemos que los ministros o bien dimitieron o no lo vieron-, que se diese cuenta del desastre que se avecinaba? Porque pasar, en unos meses, de gastar el dinero, a manos llenas, a pensar en subir los impuestos o recortar los gastos, parece cosa de incompetentes. Mucho me temo que ha llegado la hora de que paguemos, casi todos, por la incompetencia económica de algunos. Por desgracia y para variar.

“ALONSO CHÁVARRI”