Sé que lo que voy a decir es “incorrecto políticamente” y pueden llamarme facha, retrógrado y cosas peores; lo digo porque corrí, a menudo, delante de los “grises” franquistas, milité en Madrid en el ‘Colectivo Riojano’ e, incluso, fui detenido, a punta de pistola, como sospechoso de ser del GRAPO, por cierto, ¿quién sería el majadero en alentar semejante sospecha!; y fui votante contumaz socialista hasta la decepcionante corrupción del tardo-felipismo. Por eso me gané el derecho a decirlo.
El asunto es que parece haber una campaña televisiva para sacar a relucir los trapos sucios de la Guerra Civil; siempre son las tropelías franquistas, como si la condenada guerra hubiera sido solamente la violencia de un bando malvado contra los buenos del otro. Ya habíamos conseguido que de la Guerra Civil sólo hablasen Arzallus y sus muchachos, cuando, de nuevo, nos sacan hazañas del 36 : hoy han sacado en pantalla, a la hora de comer, cráneos desenterrados de no sé qué matanza.
Todos sabemos que en la Guerra Civil se hicieron barbaridades por ambas partes: tenía un familiar al que sacaban para fusilar de la cárcel modelo de Madrid y, después del “preparen armas”, “apunten”, “fuego”, no disparaban y se reían; y conocí a otra persona que fue castrada; y hubo religiosas asesinadas, etc, etc,. Todos fueron culpables de desatinos en la guerra. ¿A cuento de qué viene ahora, 70 años después, resucitar hechos lamentables de la Guerra Civil!
Cada vez me convenzo más de que es una artimaña, como las polémicas de las bodas homosexuales o del Archivo de Salamanca, cortinas de humo para ocultar que las políticas económica, de vivienda o de trabajo, son impropias de un partido de izquierdas. ¿Dónde están ahora los pisos que un obrero de los 70 compraba en 5 años? ¿Dónde está la indemnización por despido que se daba a los trabajadores entonces? ¿Dónde están los sueldos que un joven cobraba, por ejemplo en un banco, hace 20 años?
Ya está bien de remover la mierda de la Guerra Civil, porque, si se remueve la mierda, han de tenerse en cuenta dos cosas: que huele muy mal y, sobre todo, que acaba ensuciando al que la remueve.