De las 8 consideraciones del post de hace unos días sobre re-pensar la escuela, se me ocurre que pueden derivarse estas 11 posibles modificaciones para la misma.
1. La primera sería incrementar la individualización, la adaptación a las necesidades de cada alumno en cada momento de su desarrollo. Es la escuela la que debe adaptarse al alumno y no el alumno a la escuela, como ocurre en tantísimas ocasiones.
2. Una escuela adaptativa tiene en cuenta la persona, no los grupos, por ello una escuela para el cambio que España necesita, precisa de una modificación estructural que la haga permeable, menos graduada. Se trata de pensar en las competencias que los alumnos deben razonablemente adquirir en las diversas etapas educativas, permitiendo que éstos se muevan por el currículo en función de su capacidad de aprendizaje demostrado, no de su edad, no de la velocidad que esté dispuesto a imprimir a la enseñanza el profesor. Es importante entender que lo decisivo de la escuela es el aprendizaje y no la enseñanza, y es éste el que debe marcar el ritmo para cada alumno.
3. Permitir que los alumnos se muevan por el currículo, en función de su capacidad y dominio de las competencias requeridas, supone un cambio muy profundo que, permitiendo la misma organización por edad, la pone en segundo plano, para aceptar lo obvio, que las capacidades de los alumnos, su motivación, su capacidad de trabajo e implicación en la tarea de adquirir un sólido aprendizaje, es diferente de unos a otros. Y si estas diferencias no se respetan, la escuela caerá en un igualitarismo de funestas consecuencias.
4. Para que esto pueda darse es imprescindible determinar con precisión qué entendemos que los alumnos deben saber y saber hacer en cada edad y materia escolar. Es decir, establecer los estándares de rendimientooportunos, como existen en otros países. Ya hubo intentos de llevar esto a la práctica en Navarra. El primero cuando se procuró establecer el currículo de secundaria en varios niveles de dificultad. El segundo, que tuve el honor de dirigir, cuando se establecieron los estándares de educación Primaria en varias materias, dentro del plan Atlante.
5. Una escuela orientada al aprendizaje, es decir, una escuela que exige del alumno una implicación y una motivación hacia la tarea plena de esfuerzo y autoexigencia personales, precisa que se establezcan expectativas de rendimiento en varios niveles: básico, avanzado y de excelencia, para que cada uno pueda adaptar el nivel de reto a su capacidad e implicación en la construcción de su propio aprendizaje. Así se podrá hablar de centros de excelencia u orientados a la excelencia.
9. Parece importante aprovechar el potencial de las TIC como herramientas que pueden ser eficazmente utilizadas para promover un aprendizaje de calidad. Es preciso establecer un programa de desarrollo de un currículo digital de la máxima calidad. Actualmente existen numerosos ejemplos dignos de consideración.
10. Las TIC utilizadas con un diseño adecuado pueden suplir muchas carencias de los profesores, al tiempo que pueden mejorar la adquisición del conocimiento, por su misma naturaleza digital: multimedia e interactiva.
11. Finalmente, sería bueno crear un programa que invitase a las escuelas a adherirse al mismo y que podría llamarse: “Escuelas por la excelencia” o “Plan de Excelencia en las escuelas”. Es obvio que la tensión hacia la excelencia exige un esfuerzo considerable, pero no lo es menos que sin esa tensión corremos el riesgo de seguir en una escuela de mínimos, cuyas consecuencias son bastante obvias.