¿Es posible resolver la atención a los más capaces, de una vez y rápidamente, en el sistema educativo? A mi juicio sí. Aporto algunas ideas que sería bueno que los responsables analizasen, bien para suscribirlas o bien para rechazarlas. En este último caso, con argumentos apoyados en la investigación, por favor. Tomo las ideas del capítulo 9 -del que soy autor- de la versión española del libro del profesor Pfeiffer. Por cierto, libro que si aún no has estudiado (no leído), deberías hacerlo.
La escuela, el sistema educativo, tiene que ser proactiva y no reactiva. Esto implica que deberían generalizarse planes sistemáticos y periódicos de identificación de los más diversos tipos de talento (desde luego y de modo prioritario el académico o intelectual, que directamente afecta a la escuela). De manera resumida podemos concluir este, largo ya, capítulo con unas pocas consideraciones:
1. El talento que no se identifica no se puede promover y si no se interviene educativamente éste no se desarrollará.
2. Es preciso promover programas específicos de alto rendimiento para los alumnos más capaces o con un grado de talento que así lo exija. Los centros educativos deberían tener un plan de atención a los alumnos más capaces del mismo modo que lo tienen para atender a otras necesidades específicas, algo que ocurre solo en algunos países.
3. Procurar la implicación de los agentes sociales en el desarrollo del talento, dentro y fuera de la escuela. Los centros educativos tienen un gran papel que jugar, pero es preciso entender que harán falta programas especiales que deberán desarrollarse en colaboración, pero fuera de la escuela, contando con centros específicos para ello, y con la colaboración de otras instituciones educativas y productivas de alto nivel: universidades, centros de investigación, empresas tecnológicas, etc.
4. Toda esta estrategia no puede ni debe imponerse ni a las escuelas ni al sistema educativo. Debe proponerse para que se sumen los que deseen hacerlo, desde la iniciativa social y desde la administración y que ello sirva de aliciente para que otros se sumen a quienes quieran ser pioneros.
5. “La excelencia en educación es una meta alcanzable, y a un costo razonable (…). El éxito se producirá en aquellas personas y países que sean rápidos en sus adaptaciones, lentos a la hora de quejarse y que estén abiertos al cambio” (Scheleicher, 2007, p. 6, Education Report, Mckinsey).
6. Europa, muchos países europeos entre los que nos encontramos, no puede permitirse el ignorar por más tiempo la necesidad de actuar proactivamente para identificar y promover el talento, precisamente su recurso natural más valioso. Sabemos cómo hacerlo, la investigación nos ha mostrado el camino. Ahora tenemos que pensar cómo hacemos que los resultados obtenidos impacten en la práctica educativa de las escuelas y los sistemas educativos en general.
Como decía el profesor Stanley, a quien este capítulo quiere rendir un modesto tributo: “no olvidemos que ellos nos necesitan hoy. Nosotros los necesitaremos a ellos mañana”.
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