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Javier Tourón

Talento, educación, tecnología

Desigualdad en la equidad o el drama del igualitarismo

La injusticia de la igualdad

La igualdad y la equidad. Ya me ocupé de hacer alguna reflexión sobre este particular aquí.  Y también aquí. Ahora quiero volver sobre ello desde la investigación.

Hay un artículo de los que se llaman seminales (en el sentido de fecundo) en la literatura científica que quiero compartir, pues aunque se escribió en 1996 por Camilla Persson Benbow y Julian C, Stanley, sigue teniendo plena vigencia, y que cualquier estudioso de nuestro campo debería conocer. La profesora Benbow, es una de las investigadoras más eminentes del panorama mundial y co-dirige con el profesor David Lubinski el SMPY, del que ya hemos hablado mucho y que cualquiera, mínimamente versado sobre este ámbito de estudio debe conocer con detalle, pues se trata del modelo de identificación e intervención más importante del mundo y sobre el que se ha realizado más investigación. Mucha de esta ya se recogía en el libro sobre el Desarrollo del Talento que ofrecí hace algún tiempo a los lectores del blog, y desde entonces no ha dejado de crecer.

En las últimas tres décadas, el logro de oleadas de estudiantes estadounidenses con alto potencial intelectual ha disminuido como resultado de la inequidad en el tratamiento educativo. Esta desigualdad es el resultado de una forma extrema de igualitarismo dentro de la sociedad americana y las escuelas, que implica la oposición de la equidad a la excelencia, en lugar de promover la equidad y la excelencia, del anti-intelectualismo, la “banalización” del plan de estudios, haciendo equivalentes la aptitud y logros en los test con elitismo, la atracción a las modas por las escuelas y la insistencia de las estas para enseñar a todos los estudiantes con el mismo currículo y  al mismo nivel. En este artículo proporcionamos recomendaciones para crear cambios positivos: recomendaciones que enfatizan la excelencia para todos, que requieren una respuesta a las diferencias individuales, y que sugieren basar las políticas educativas en hallazgos de investigación bien fundamentados en la psicología y educación. Las políticas educativas que no tienen en cuenta la amplia gama de diferencias individuales entre los estudiantes, como lo hacen muchas de las que están actualmente entre nosotros, están condenadas a ser ineficaces.”

Las conclusiones del artículo que, insisto, no debes dejar de leer, dicen lo siguiente:

Basándonos en varias líneas de evidencia convergentes, hemos demostrado que el logro de los estudiantes más brillantes de América ha disminuido en las pasadas tres décadas, incluso más que sus contrapartes en otras naciones. Están menos preparados académicamente hoy que hace una generación. Algunos creen que son mejores para identificar cómo se sienten ante los problemas, pero no son mejores al pensar en los problemas (Singal, 1991). Sin embargo, el progreso social depende más de la reflexión sobre los problemas y de la capacidad de llegar a soluciones sobre los mismos. Necesitamos personas que puedan aplicar el ingenio científico para aliviar el sufrimiento humano y resolver problemas sociales. Tales personas no nacen. Es cierto, que hay personas que nacen con fuertes propensiones para aprender y desarrollarse intelectualmente a un alto nivel; pero también deben nutrirse y  debemos proporcionarles las oportunidades educativas precisas para que se desarrollen de manera óptima.

A pesar de la importancia de ofrecerles tales oportunidades las escuelas, con poca frecuencia, se  las ofrecen. La mayoría, en el mejor de los casos, hacen pequeñas provisiones para estudiantes dotados; pocas proporcionan programas bien formulados. ¿Por qué?

La falta de atención o el cuidado de los estudiantes más brillantes de Estados Unidos es el resultado, en gran parte del igualitarismo extremo, que se presenta en forma de seis fuerzas que operan desde dentro de la sociedad estadounidense y, por lo tanto, en sus escuelas: la oposición entre la equidad y la excelencia en lugar de promover tanto la equidad como la excelencia; el anti-intelectualismo; el deterioro del plan de estudios; la equiparación de la aptitud y las pruebas de logro con el elitismo, evitando su uso; la atracción por las modas pasajeras; y la insistencia de los educadores en enseñar a todos los estudiantes con el mismo currículo y a un mismo nivel. Estas fuerzas han llevado a una situación en la que los estudiantes precoces no están siendo tratados equitativamente; simplemente no están provistos de una educación apropiada: una educación que estimule y haga aparecer su potencial. Esto perjudica a los estudiantes brillantes de nivel socioeconómico más bajo, porque sus padres a menudo no pueden proporcionarles experiencias educativas alternativas para compensar las negligencia del sistema.

Hemos ofrecido [en este artículo] recomendaciones para crear un cambio positivo y, por lo tanto, una restauración de la equidad educativa y un mejor equilibrio entre equidad y excelencia.

La primera recomendación implica subrayar la necesidad de incorporar los hallazgos bien respaldados de la psicología y la educación al desarrollar la política educativa (Cuban, 1990). La investigación ha demostrado repetidamente que una mentalidad de ‘talla única’ no funciona; tenemos que ser receptivos a las necesidades derivadas de las diferencias individuales (Benbow y Lubinski, 1994). Este es un principio apoyado en los resultados de la investigación y consistente con la filosofía social.  “De cada uno de acuerdo a sus capacidades, a cada uno según sus necesidades “.

Con respecto a los estudiantes intelectualmente avanzados, esto implica la adopción de estrategias de aceleración por parte de las escuelas, reafirmando la importancia del agrupamiento homogéneo para la instrucción y el uso de escuelas secundarias especiales que incorporen estos dos enfoques anteriores. La aceleración y el agrupamiento homogéneo son las intervenciones educativas conocidas más efectivas para los estudiantes talentosos. Ninguna de las dos se ha demostrado empíricamente que dañe a ningún grupo de estudiantes; la evidencia, de hecho, es la contraria.

Creemos que la evidencia de la investigación que apoya la aceleración y el agrupamiento (con un plan de estudios diferenciado), para lograr satisfacer las necesidades académicas y socio-afectivas de los estudiantes intelectualmente precoces, es tan convincente que es simplemente negligencia que las escuelas no utilicen estos procedimientos de la manera apropiada.

Uno podría suponer que la falta de recursos financieros impide que las escuelas satisfagan las necesidades académicas de los niños de alto potencial. Sin embargo, la aceleración cuesta poco o nada adoptarla. En realidad, podría ahorrar dinero. El requisito principal es flexibilidad administrativa y curricular. Si un tratamiento médico efectivo no fuera aplicado por prejuicios de este tipo, estaríamos moralmente indignados. Deberíamos responder de manera similar cuando se dejan de aplicar acciones psicológicas óptimas para el desarrollo intelectual de este grupo de estudiantes. Si queremos que las personas con talento estén bien preparadas cuando la sociedad las necesite, tenemos que estar aquí cuando ellos nos necesitan. Esta es la característica de una sociedad humana, responsable y efectiva.

La sabiduría de John Gardner (1984) nos lleva a la siguiente conclusión:

“El igualitarismo extremo o, como yo preferiría decir, el igualitarismo erróneamente concebido, que ignora las diferencias en la capacidad natural y el logro y elimina los incentivos al desempeño individual, no ha servido bien a la democracia. Llevado al extremo, significa el final del esfuerzo por la excelencia que produjo los mayores logros de la historia, (p.30).

“Vamos a sacar la discusión de las manos de los polarizadores y construir una sistema educativo que sirva a cada uno en términos de sus talentos, elevando a cada uno, retando a cada uno, exigiendo a cada uno lo mejor de sí mismo”.

Bien, pues dicho está. Incluyo a continuación el artículo completo para que puedas leerlo si te parece oportuno. ¡Te lo recomiendo vívamente!

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Sobre el autor

Vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), es Catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación. Doctor en Ciencias de la Educación y Ciencias Biológicas. Convencido de que 'El talento que no se cultiva se pierde' ha dedicado gran parte de su carrera académica e investigadora a los alumnos de alta capacidad intelectual, su identificación y promoción educativa; encontrando en la correcta utilización de las nuevas tecnologías y la innovación educativa caminos para lograr sistemas educativos excelentes capaces de promover y alentar el talento y las capacidades de todos los alumnos.   MÁS SOBRE EL AUTOR


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