Os ofrezco hoy un nuevo, y último, extracto del libro recientemente publicado sobre el Desarrollo Social y Emocional de los alumnos con altas capacidades una lectura, entiendo que obligada, para todos aquellos interesados en este ámbito de estudio tan maltrecho, conceptual y prácticamente, en nuestro entorno. En esta ocasión se analizan sintéticamente las relaciones entre la cultura y el contexto en el desarrollo personal, la planificación de la propia vida y la propia concepción del yo. Es una síntesis de los editores del libro que realizan a partir de los más de veinte capítulos del mismo. Me parece que os interesará.
LA CULTURA Y EL CONTEXTO IMPORTAN
El campo de estudio de las altas capacidades ha estado abordando las diferencias individuales entre este alumnado desde los años 80, pero hemos aprendido mucho más en la última década, sobre el modo en que la cultura y los factores del contexto influencian el desarrollo social y emocional.
Las conexiones entre la cultura, el contexto y el desarrollo social y emocional no debería sorprendernos teniendo en cuenta que la concepción del yo, las emociones, el bienestar, etc., son socialmente construidas a través de las interacciones con otros y como reflejo de estas experiencias. Las investigaciones sobre el rol de los factores culturales y contextuales deberían ser una tendencia de crecimiento en nuestro campo (Persson, 2012). Wiley (capítulo 1) dijo que “la investigación que ignora los efectos culturales sobre el auto-concepto y la motivación pueden distorsionar la comprensión del desarrollo y las conclusiones extraídas de la práctica”.
Mientras la cultura se refiere a las características, valores y creencias compartidas por un determinado grupo de personas, el contexto se refiere a las características de un suceso o situación. La cultura se refleja en la educación que recibimos de nuestros padres, en la estructura y el proceso de la educación en la escuela, en el entorno de nuestras aulas y en la interpretación del comportamiento y las emociones de los niños. No deberíamos intentar entender el desarrollo de los niños sin interpretarlo en el contexto de su cultura. Tampoco es apropiado generalizar los hallazgos de las investigaciones de una cultura a otra, aunque esto es algo que comúnmente se hace.
Se han llevado a cabo muchos estudios bajo la asunción de que los procesos psicológicos son universales, pero los resultados variables obtenidos a través de las distintas culturas nos indican que esto no es así (p.ej., Marcus y Kitayama, 1991; Tsai, Knutson, y Fung, 2006; Tsai y Lau, 2013). Sabemos, por ejemplo, que existen diferencias significativas en la construcción del yo, entre los individuos que han crecido en sociedades colectivistas (o interdependientes) y aquellos que se han criado en sociedades individualistas (o independientes). Es importante poner atención a la construcción del yo porque modela directamente la cognición y la emoción.
Pedimos a nuestros autores [se refiere a los autores de los diversos capítulos del libro (los que escriben esto son los editores)] debatir sobre alguna variación remarcable observada a través de los distintos grupos culturales o contextos en sus revisiones de la investigación.
Subrayamos algunos de sus hallazgos: la naturaleza de las amistades en los niños, el significado del género, el valor del logro, etc…, son modelados por la cultura y el contexto. Por ejemplo, en muchos contextos en América, las altas capacidades son una ventaja en las edades tempranas, pero se convierte en una desventaja social durante la adolescencia. Pero hay algunos contextos en los que las altas capacidades son una ventaja prácticamente siempre y rara vez constituyen una desventaja a nivel social.
Del mismo modo, la competición y la comparación social no tienen el mismo impacto en contextos diferentes. Aunque algunos estudios sugieren que la competitividad puede conducir al rechazo social de algunos estudiantes con talento, para otros, no tiene ningún impacto. Incluso nuestras interpretaciones de los hallazgos de estos estudios están influenciadas por las lentes de la cultura y el contexto con que los vemos.
Por ejemplo, es fácil para muchos de nosotros apreciar que la alta capacidad académica puede ser socialmente estigmatizante para algunos adolescentes, pero las personas con una orientación colectivista podrían no ser capaces de imaginar un mundo en el que los logros elevados tengan un coste social. Necesitamos específicamente ir más allá de una concepción de la cultura definida por la raza y considerar otras características que definan los grupos culturales. Liem y Chua (capítulo 16) indicaron que la motivación cambia bajo los distintos contextos y condiciones, lo que implica que necesitamos estudiar la motivación a través de estas circunstancias.
Neihart (capítulo 13) explicó igualmente que, aunque hay suficiente consistencia en muchas de las variables psicosociales asociadas con el desarrollo del talento a través de las distintas culturas y contextos, también se observan algunas diferencias importantes en relación a la emoción y la cognición entre sociedades colectivistas o interdependientes. Los estados de baja excitación son más deseables entre los orientales, por ejemplo, mientras los estados de alta excitación son normalmente más deseables entre los americanos y los europeos occidentales (Tsai, 2007; Tsai et al., 2006).
También hay una creciente evidencia de que un diálogo interno negativo e incluso el pesimismo, podría jugar un papel adecuado en el bienestar de los asiáticos (Chang y Asakawa, 2003; Peters y Williams, 2006). En su debate sobre la planificación profesional y vital de los niños con alta capacidad, Burton (capítulo 20) indicó que las decisiones profesionales también están influenciadas por los factores culturales y del contexto que impactan fuertemente la toma de decisiones y, en consecuencia, ella defiende que es necesario hacer un esfuerzo consciente y deliberado por prestar atención a estas variables.
A modo de ejemplo, ella observó que, en muchas de las sociedades colectivistas o interdependientes, la toma de decisiones es un proceso grupal. La gente joven considera cuidadosamente las perspectivas, valores, sentimientos e intereses de los miembros de su familia de un modo más amplio a la hora de tomar las decisiones sobre sus planes de vida. En consecuencia, la orientación profesional, como muchas otras intervenciones, debe ser diferenciada teniendo en cuenta la cultura y el contexto.
El dominio se entiende cada vez más como un factor contextual que influencia las relaciones dinámicas entre otras variables en las que estamos interesados. Muchos autores recomendaron que las futuras investigaciones considerasen las altas capacidades como un dominio específico, en lugar de como uno global, y que, en consecuencia, analicen las variables específicas relativas a un dominio concreto, en lugar de un enfoque global.
Se necesitan estudios comparativos a través de las distintas culturas para ayudarnos a comprender estos elementos contextuales que interfieren o motivan el desarrollo del talento a través de los distintos dominios. Finalmente, Siegle y Langley (capítulo 21) mencionan las diferencias culturales y contextuales en términos del “yo” que modelan el pensamiento y los sentimientos. También defendieron una investigación que examine las condiciones que apoyan o interfieren con una mentalidad que inhibe o impulsa el logro.