Pues no sé muy bien por qué, pero me ha dado por rescatar otra de mis intervenciones en un acto de graduación de mi universidad. Claro que el tema tiene que ver mucho con nuestros intereses, como se deduce del título de esta entrada.
Ahora que el sistema educativo se ve tan amenazado por planteamientos peregrinos, profundamente ideologizados y casi diría que sectarios; cuando se quiere suprimir la educación diferenciada, de facto, para aquellos grupos de personas que la necesitan; mientras de habla simultáneamente de inclusión y diversidad, al tiempo que seguimos obstinados en perder de vista el desarrollo del potencial de los más capaces, o se pretende hurtar a los padres el derecho a decidir la educación que quieren para sus hijos, no sé a vosotros, pero a mí me hace falta retomar y repasar una y otra vez las ideas fundamentales de lo que debería ser un sistema educativo al servicio de las personas, no de las ideologías ni de las coyunturas oportunistas de unos o de otros.
Una sociedad sin libertad interior y exterior también, es una sociedad cautiva que solo conduce al infra desarrollo educativo y personal y, por ende, a un despliegue social mediocre. No, no corren buenos tiempos para la educación. Quiero modestamente ofrecer mis reflexiones sobre un asunto que nos tiene que importar a todos, y mucho, incluso a aquellos que se obstinan por entorpecerlo: el desarrollo personal y la construcción social a partir de un sistema educativo mejor.