El pasado lunes entrevisté a Manuel Raventós, histórico del espumoso y el Cava, que decidió abandonar la DO hace dos años y medio. Ésta es la entrevista:
«Dejamos Cava porque sus precios nos impedían crecer internacionalmente»
El fundador de Raventós i Blanc, que abandonó la DO en el 2012, cree que Rioja es diferente pero sí considera que los consejos reguladores suelen «alinear por abajo»
Manuel Raventós (Raventos i Blanc) remonta su genealogía vitícola hasta 1497. Su bisabuelo fundó Codorniu y su padre la DO Cava. En 1986, este emprendedor de San Sadurní constituyó con su progenitor Raventos i Blanc, una pequeña bodega familiar con una estrategia diferente al volumen. En el 2012, con su hijo Pepe, dio la ‘campanada’ al abandonar Cava y emprender una aventura con un proyecto de indicación geográfica propia, Conca del Riu Anoia, aún en proceso de constitución. La futura DO exige variedades autóctonas, viticultura orgánica y, sobre todo, prohibe la compra de vino (no de uvas), como línea roja frente grandes marcas como Freixenet, Codorniu o Jaume Serra (García Carrión). Un paralelismo que bien puede asimilarse al ‘run run’ que hoy en día se escucha en Rioja.
– Llevan dos años y medio en solitario. ¿Cómo les van las cosas?
– Nuestra idea era crecer internacionalmente, pero no podíamos con los precios. Cava vende por debajo de 15 dólares en EEUU. Por encima de 40, en otra guerra, están los champagnes, pero hay un segmento, entre uno y otro precio, que es donde hemos encontrado hueco. Exportamos el 60% y nuestros precios son más altos que antes. Somos una ‘pulga’ a nivel mundial, pero la gente está entendido nuestra decisión.
– ¿Qué hacen distinto en Conca del Riu Anoia?
– El concepto es claro. Uvas autóctonas, cultivo orgánico, un mismo ‘terroir’ de suelo y climas… Además, el 80% del viñedo debe ser propio o gestionado por la bodega, aunque es un porcentaje que incluso podríamos bajar si entran más socios. Pero, sobre todo, está prohibida la compra de vinos.
– Los embotellados por/para…
– Así es. Ha habido otras bodegas que han dejado Cava por similares motivos y han optado por el Classic Penedés, pero siguen permitiendo esta práctica. En nuestro caso está prohibido comprar un litro de vino.
– En champagne las pequeñas bodegas están reivindicando el terroir y el viñedo. ¿Es lo mismo?
– Más o menos. Dentro de Champagne hay una ‘movida’ entre los grandes, que no dejan de ser embotellados por/para, y las bodegas con viticultura y elaboración propia. Éstas han logrado situarse de forma diferencial en los principales restaurantes, con su pequeña identificación ‘RM’ que acredita que son viticultores que elaboran y comercializan sus propios vinos. La gente quiere saber quién hace el vino, dónde, cómo… La calidad se da ya por supuesta y estos consumidores, que son además jóvenes, quieren saber.
– ¿Cree que Rioja debería moverse en este sentido?
– No soy nadie para opinar sobre Rioja. Lo normal es que los consejos reguladores alineen por abajo y lo estamos viendo también en Rueda. Yo estuve cuatro años representando a grupos pequeños en el Consejo de Cava, pero mandan los grandes y las cooperativas. Las grandes compañías compran el vino a las cooperativas a un precio incluso inferior al que luego liquidan el viticultor, con nuestros impuestos, con dinero de Bruselas. Es un sistema perverso que ayuda a que los grandes compren más barato. En Cava, hay ofertas internacionales a 95 céntimos la botella, ¿a qué precio se paga la uva?. Compañías como García Carrión, Codorniu o Freixenet no tienen la menor sensibilidad vitícola. Yo choqué con esa pared y no tuve otra opción que irme después de cuatro años reclamando cambios. Ahora bien, en Rioja creo que la ‘pared’ es más pequeña que la que yo tenía enfrente, tiene más prestigio y, sobre todo, vende más caro.
Cata de espumosos internacionales
La visita de Manuel Raventós fue para una cata organizada este lunes por el restaurante La Galería (Logroño). Una arriesgada cata ciega de espumosos internacionales. Nueve vinos, entre ellos Raventós i Blanc L´Hereu 2012 y Raventós i Blanc De la Finca 2011, junto a referencias francesas, de Sudáfrica, Australia o Italia. Los ganadores, los dos champagnes (40 euros), mientras los Raventós (12 y 18 euros) lograron la 5 y 6 posición para el paladar, ciego, de sumilleres y propietarios de tiendas especializadas de la zona.