Después de los fallidos intentos de Salical y del Foro Mundial del Vino en La Rioja, la feria Fenavin de Ciudad Real se consolida como la principal referencia del sector del vino español. La semana pasada celebró su IX edición, con formato bienal y con el compromiso de la Diputación de Ciudad Real de construir un pabellón para el 2021, cuadriplicar el espacio ofertado y revertir el porcentaje de lo que hoy en día es una feria cubierta por carpas en un 80% en otro tanto por pabellones de construcción.
Esta semana casi 150 bodegueros riojanos, cifra también récord, acudieron a la nueva edición de Fenavin conscientes de que la inversión y la apuesta de las instituciones manchegas por este evento ofrece oportunidades: «Las ferias no son lo que eran, pero aquí el suelo es barato, con lo que compensa», explica Pedro A. García, de Bodegas Martínez Corta. «Podíamos haber hecho algo más en La Rioja –continúa– pero aquel momento pasó y es una pena porque estamos en una ciudad y una feria que tienen carencia importante de infraestructuras».
Fenavin puso en marcha ya hace años un programa de captación y atención de importadores, a los que pagan los gastos al completo durante los días de la feria y cuyo listado ofrecen a las bodegas para cerrar contactos previamente: «Nunca sabes si son primeros, segundos o terceros espadas los importadores que te visitan…, pero yo estoy aquí desde la primera edición y no tengo queja». Así lo explica Andrés Serrano, de Bodegas Navarrsotillo, un elaborador ecológico de Calahorra que encuentra en este escaparate de Ciudad Real un apoyo a sus vinos ecológicos. Serrano cree también que Rioja podía haber hecho más para intentar consolidar un evento similar, pero no responsabiliza a las administraciones: «Somos los propios bodegueros, cada uno vamos por nuestro lado… y así es imposible hacer nada».
Lo cierto es que Ciudad Real carece de una infraestructura básica, tanto hotelera como hostelera, para atender una feria de tal dimensión: «Eso sí, tiene AVE y permite viajar incluso día a día desde Madrid en apenas 45 minutos», apuntan varios bodegueros. La Rioja, aunque mejora en infraestructuras a Ciudad Real y, sobre todo, en prestigio vitivinícola, tampoco cuenta con unas comunicaciones adecuadas, por lo que hay quienes creen que Ifema (Madrid) sería un mejor escenario e incluso quienes piensan, como es el caso de Eduardo Hernáiz, de Bodegas La Emperatriz, que Logroño (Rioja) y Valladolid (Ribera del Duero y Rueda) deberían haber apostado de forma conjunta por llevarse el gato al agua.
Pero, ¿qué ofrece Fenavin a una pequeña o mediana bodega? Pilar Ramírez, de Bodegas Ramírez de la Piscina, tiene claro que «hay que trabajar los contactos mucho ». «Sucede aquí y en todos los lados –continúa–, pero es una inversión en imagen e incluso vuelven a verte compradores de una edición anterior y ahí sí que suelen cerrarse operaciones». La bodeguera tiene claro que los pequeños «no podemos acudir a muchas ferias por recursos económicos y humanos». Es su cuarta edición en Fenavin y, junto con Prowein (Alemania), es su principal objetivo, aunque en Ciudad Real echa de menos infraestructuras y servicios básicos. Crítica que comparte Javier Rubio, de Bodegas Real Rubio, que lleva ya también cuatro ediciones con presencia en la feria manchega: «El balance es muy positivo y llama la atención que todos nuestros contactos fueron internacionales, ninguno nacional». Rubio confirma que «el interés por el vino ecológico y por los blancos de Rioja es muy importante y son dos cuestiones que deberíamos trabajar».
La oferta asociada
Un paseo por la feria muestra que la diversificación geográfica bodeguera, incluidas varias de las riojanas –con ofertas de vinos de numerosas regiones vitícolas– es ya una realidad del vino español. En todo caso, la mayor parte de bodegas acuden compartiendo espacios y principios. Son los casos de Bodegas Familiares de Rioja, Aldeanueva de Ebro, con varias bodegas de la localidad de forma conjunta, o de Spanish Wine Organic, que reúne en un espacio común a productores ecológicos de todo el país. Otro ejemplo, y había varios de este tipo, son Los enraizados, nueve jóvenes bodegueros de Galicia, Andalucía, Madrid, Jumilla o Rioja (entre ellos Tentenublo Wines o Carlos Sánchez) que ni tan siquiera –aviso para navegantes– hacen referencia a sus respectivas denominaciones de origen en sus ‘catálogos’ –dos fotocopias grapadas que pondrían los pelos de punta a cualquier marquetiniano–, pero sí a una filosofía vital común de comunión con la viña que, desde luego, despierta interés.
El bodeguero Miguel Ángel de Gregorio (Finca Allende) es de origen manchego y es recibido con los brazos abiertos en Fenavin: «Las infraestructuras, incluso los servicios básicos de la feria, tienen que mejorar claramente, pero es una de las mejores de España e incluso de Europa». «Las instituciones manchegas –continúa– tuvieron clara su apuesta y a las bodegas nos interesan contactos y negocio, que es lo que ofrece Fenavin». De Gregorio lamenta que La Rioja no fuera capaz en su momento de haber hecho esa misma apuesta: «Hoy en día todavía sigue siendo más fácil que el presidente de La Rioja reciba a un empresario murciano con una supuesta inversión que a un pequeño empresario riojano», se lamenta. Finca Allende fue uno de los dos representantes riojanos en la fiesta ‘post’ feria del hotel Bodega Pago del Vicario que, con una selección de bodegas de todo el país, genera importantes oportunidades de negocio.
Allí estaba también Paco García, la joven bodega de Murillo: «Para nosotros –explica Ana Fernández Bengoa–, Fenavin siempre ha sido una ayuda para empezar con una red de pequeños importadores, y estar aquí en esta fiesta con bodegas de tanto prestigio y trayectoria, es un espaldarazo». «Parece –continúa la bodeguera– que algo estamos haciendo bien».