Casualidades. Luis Gutiérrez incluye a David Sampedro (DSG Vineyard), aunque no por primera vez por supuesto, dentro de la nueva generación de Rioja que merece realmente la pena y nosotros teníamos la cata este pasado jueves. Sin desperdicio. Ahí va la crónica:
Dice Luis Gutiérrez en su reciente artículo sobre Rioja para Wine Advocate (Robert Parker) que echa en falta jóvenes talentos en Rioja que arriesguen en la elaboración de sus propios vinos. Probablemente lleve razón y podría haber más, aunque sigue habiendo talentos, personas, que deciden arriesgar en una difícil carrera a largo plazo, y con una idea clara de elaborar vinos con conciencia y personalidad más allá de los gustos estandarizados de crítica y consumidores. David Sampedro Gil, Bodegas Bhilar y DSG Vineyard, presentó el jueves por la noche parte de su proyecto personal para el club de catas de lomejordelvinoderioja.com, que, extendido por buena parte de la geografía vitícola española, ahonda en las raíces de la historia, de la singularidad, de las variedades autóctonas y en una propia concepción valiente de la tipicidad.
David no heredó una gran extensión de viñedo, sino tres hectáreas en El Villar que ha ampliado hasta seis (más otras dos ‘alquiladas’ que controla de principio a fin) comprando parcelas de viñas viejas con los recursos que obtiene de las escasas botellas de vino que comercializa. Su inquietud, amistades, incluso la casualidad, le ha llevado a elaborar garnachas autóctonas en Navarra (Sierra de Francia); albariños rústicos en Galicia; a rescatar la casi descatalogada uva rufete en Salamanca y a intentar elaborar vinos de calidad con la bobal en Valencia.
Diferentes regiones, diferentes tradiciones, pero un mismo espíritu: recuperar la viticultura sin ‘medios’, sin tratamientos químicos y con el objetivo de hacer vinos expresivos del terruño, de escasa intervención en bodega. «Mis vinos tienen defectos, no son perfectos enológicamente ni lo pretendo», apuntó el bodeguero. Diez años después, David Sampedro sigue elaborando de alquiler, aunque el año próximo levantará su propia, y pequeña, bodega en su pueblo natal: Elvillar.
Será la primera bodega biodinámica de Rioja (poco más de media docena en España): «Es una filosofía de vida, recibimos unos suelos de nuestros abuelos que nada tienen que ver con los que actualmente trabajamos y, yo desde luego, quisiera dejarles a mis hijos también la posibilidad de seguir trabajando las viñas; para mí, es una cuestión de responsabilidad».
Dicho espíritu se refleja en los vinos. David Sampedro comenzó con una tanda de cuatro tintos. La futura añada 2014 del Lágrimas de Graciano, que el viticultor había descubado del depósito: «Iba a traer la 2013, la añada que tenemos en el mercado, pero pensé que podíamos ver mejor en este vino la expresión de una variedad, la más autóctona de Rioja de todas y que tiene mucha importancia en mis vinos». El graciano precisa una maduración larga, más en una zona fresca como Elvillar, y lo sorpresa del vino es que integra la madera del depósito a la perfección pese a no haber reposado aún en la botella: «No me obsesiona el color y podría obtener mucho más si lo dejase macerar con los hollejos, pero tendría entonces que meterle una ‘carga’ mayor de madera y eso es algo que no encontraréis en mis vinos».
De Rioja a Navarra, a San Martín de Unx, donde David elabora el Phinca Pasolasmonjas 2011, un varietal de garnachas autóctonas, suave, delicado y totalmente alejado de arquetipos de vinos ‘pastosos’ y sobremadurados: «Navarra cometió un grave error histórico al arrancar estas uvas, pero también lo hicimos en Rioja en muchas zonas», apuntó el bodeguero. De vuelta a Elvillar, con Phincas 2011, un auténtico vino de pueblo –que se supone pretende regular ahora el Consejo Regulador– elaborado con las uvas de las diferentes fincas con que trabaja David en su localidad y que no selecciona para la gama específica de parcelas: «¿Si me ayudaría una legislación menos genérica para trabajar este concepto de vinos próximos y con identidad?, sin duda», contestó el viticultor. «Yo vendo en el extranjero y la gente entiende lo que es un vino de finca y uno de pueblo». El Phincas es un vino de Elvillar con tempranillo, garnacha, graciano y viura (15%), uva blanca esta última que incorpora la elaboración tradicional en Rioja Alavesa. Diferente, delicado y amable. Phinca Abejera 2011 sí es un vino de parcela única, que ensambla tempranillo (40%) con graciano (40%), garnacha y viura (10% de ambas) y la prueba fehaciente de que es posible escapar de la globalización, de la estandarización. Sorprendente, despliega un abanico aromático difícil de relacionar con Riojas más convencionales: desde luego, sólo la viticultura orgánica es capaz de ‘embotellar’ el paisaje como hace el Phinca Abejera.
Los blancos
David Sampedro no ocultó que su auténtica pasión, y aspiración, enológica son los blancos. Phinca Durmiente 2011 es su ‘descubrimiento’ en Salamanca, una uva, la rufete blanca de unos viñedos viejos, casi abandonados, que el viticultor encontró por casualidad buscando un buen jamón en la zona: «Aunque a veces pienso que se me va la ‘olla’, Durmiente hace referencia a que esta uva estaba ahí, dormida, y que para mí tiene unas posibilidades extraordinarias». Aromáticamente, es el más romo de los tres blancos de la cata, aunque poco a poco despierta, pero el gran potencial de este vino está en la boca: frescura, acidez aunque nada agresiva, y volumen con una gran capacidad de integrar la madera.
Terca 2009 y Thousand Mils 2011 –mil ‘leches’ (milks) originalmente, aunque ‘mil milésimas’ s i puede traducirse así por problemas con los registros legales– son dos sensacionales exponentes de lo mal que viticultores y bodegas riojanas han tratado a la viura y las otras castas que suelen acompañarla en los viñedos históricos (malvasía, garnacha blanca, palomino, calagraño…). David explicó que elabora los blancos como los tintos, con los mismos tiempos de crianza, sin obsesión con el frío para extraer aromas y, por supuesto, sin adicción de levaduras: «No hago vinos perfectos –insistió el bodeguero–, pero creo que hay que recuperar la diversidad que es el gran punto fuerte que no sabemos o no queremos explotar en Rioja».
Los vinos y los precios (venta al público)
Tintos: Lágrimas de Graciano (10 euros pvp); Phinca Pasolasmonjas 2011 (11 euros); Phincas 2011 (19 euros) y Phinca Abejera 2011 (32 euros).
Blancos: Phinca Durmiente 2011 (38 euros); Terca 2009 (31 euros) y Thousand Mils 2011 (37 euros).