He vivido pocos momentos más emocionantes (o ninguno) en un viaje: Un ñu parado en mitad de una pequeña explanada. Solo. Mirando a un punto fijo. El rastreador paró el motor y se quedó escuchando. “Do you hear that, guys?”. Era el sonido de un pájaro en mitad del silencio. Nosotros no teníamos ni idea de qué significaba, pero él sí. El ave estaba avisando de que un peligro estaba acechando. “It could be there”, dijo. Y arrancó suavemente el motor. Sólo a unos metros de nosotros, escondido entre los matojos y fuera del camino marcado, estaba el leopardo que llevábamos una hora buscando. Nos emocionamos tanto cuando lo vimos que gritamos y el conductor se puso serio: “Please, guys, shut up! Relax!”. Y allí estaba, a la sombra, tranquilo pero alerta. Pasando totalmente de nuestra presencia y pendiente de su posible presa, el ñu, que a lo lejos le decía con la mirada, “he visto que me miras. Olvídalo”.
No es que esto pase todos los días. Ni que sea fácil ver una escena de caza. Pero la cantidad de animales que ves en un safari en Botswana y la emoción que provoca encontrarlos es algo realmente único. Después de varios días incluso eres capaz de distinguir sus huellas (algunas), pero es mejor dejar que el conductor, que es también el rastreador, se concentre y ponga todos sus sentidos alerta. No se les suele escapar una.
Esta es una de las razones por las que yo no recomendaría hacer un safari en Botswana por tu cuenta. Además de que la conducción es para auténticos expertos en malas condiciones, a no ser que hayas nacido en una aldea bosquimana, vas a pasar por delante de la mitad de la fauna sin verla. Recuerdo que esto no es Tanzania. Allí ves grupos de coches de lejos y solo tienes que acercarte donde ves jaleo. Pero en Botswana la búsqueda es cosa tuya, puedes estar horas sin cruzarte con otro vehículo.
Además, hay que saber comportarse, reconocer reconocer su estado de ánimo y anticiparse a sus movimientos. El silencio es muy importante, saber cuándo para el motor y cuándo tenerlo encendido por si hay que salir corriendo. Una vez nos quedamos atrapados en mitad de una manada de elefantes porque nos metimos en medio de su camino (los elefantes son de rutas y costumbres fijas). Fue precioso y muy intenso, pero eso hay que saber controlarlo. Recuerda que te juegas la vida.
A ver. Tampoco hay que dramatizar. Elefantes, ñus, himpalas, jirafas, monos… sí que vas a ver. Y bien cerca. Y vas a disfrutar un montón (y a empujar coche un montón, también). Pero si quieres ver a los ‘big five’ es realmente complicado si no eres un buen ‘tracker’. Y aún así… Tampoco es que sea fácil.
Nosotros los vimos. A los cinco y a cientos más. Prepárate que van muchas fotos:
Moremi nos recibió con esta estampa:
Y cuando nos dimos la vuelta para seguir nuestro camino…
Y así todos los días…
Aunque lo leones son algo más escurridizos, de vez en cuando se dejan ver.
Los más sorprendente es la mirada. Preciosa, dulce, agresiva, violenta… Te miran diciendo “paso de ti. No me interesas. Con toda la comida rica que hay por aquí…”
Esta estaba a punto de dar a luz. Casi no podía respirar entre la barriga y el calor.
Fui incapaz de enfocar la melenaza del león por la emoción 🙂
Las manadas de himpalas las encuentras a cada paso
Además ves otros muchos antílopoes que vete tú a saber cómo se llaman. A cada cual más bonito:
Podría pasarme horas observando a los elefantes. No puedo creer que sean tan enormes y tan silenciosos a la vez. Y es tan divertido verlos interactuar… pero cuidado, son muy agresivos. Silencio y no te pongas en su camino.
“Vamos a ponernos aquí junto a la puesta de sol haciendo como que comemos, que ya verás que foto bonita les va a quedar a los humanos estos”
Las manadas de perros salvajes con crías no son fáciles de ver. Y son tan feos, que resultan interesantes.
El búfalo es uno de los big five. A mi no es que me emocione, quizás porque se parece mucho al toro. Y es un poco soso, la verdad.
¡Las cebras! Ves tantas que terminas por no darles importancia
Casi pasa lo mismo con las jirafas.
Si ves a un hipopótamo correr hacia ti, corre todo lo que puedas. Están gordos, sí, pero cogen hasta 30 Km/h. Lo más divertido es el ruido que hacen cuando están en al agua.
Yo a los monos les tengo más miedo que a los leones.
Reconozco que no soy una gran amante de los pájaros. Pero cuando algo es bonito, es bonito
Y el último día… como si se hubiera reservado para la sorpresa final…
Al final del día, al salir del parque, puedes escribir en una pizarra los animales que has visto y dónde. La cara de felicidad se ve ¿no?
También te puede interesar:
Botswana, Zambia y Zimbabwe: ruta de viaje
Las Cataratas Victoria en Zambia y Zimbabwe: cuándo ir, cómo moverte, qué ver, cómo llegar…
19 animales (como poco) que puedes ver en un safari en Botswuana
Vídeo: cómo es un safari móvil en tienda de campaña en Botswana: Mopane Safaris