Hay realidades que hablan por sí mismas, que son contundentes, tozudas, que a fuerza de querer explicarse terminan confirmando todo un devenir vital. Y en La Rioja, en este mar de vinos, de bodegas, de personas emprendedoras que buscan situar su historia con afán de servicio e interés por permanecer, el caso de David Moreno bien puede ser uno a tener en cuenta.
El suyo es un caso realmente curioso. La rioja fue durante siglos tierra de diáspora para muchos riojanos que no encontraban el camino en su propia entorno natural, y Moreno fue probablemente uno de los últimos en emigrar de jovencito… y de los primeros en ejercitar su derecho de regresar a su pueblo natal para hacer negocio, quedarse y triunfar.
En plena rioja alta, Badarán está asentado en un enclave hermoso, de tierras fecundas con aires castellanos que desprenden una cierta melancolía, sí, pero a la vera de la majestuosa Sierra de la Demanda, y a la vez con unas vistas soberbias de la Sierra Cantabria, cuya cima se ve casi constantemente desbordada por bandas nubosas desde su vertiente norte y que regalan un espectáculo impresionante que evoca islas perdidas de los mares del sur. Pero esto es el gran valle de La Rioja. Aquí el clima es fresco, luce el sol y el ambiente es casi siempre de una luminosidad y limpieza que se antoja regalo de los dioses. Este no es para nada el clima de la Barcelona mediterránea y agitada donde nuestro protagonista pasó su juventud, sino más bien un sitio de pueblos serenos y silenciosos donde el tiempo se empecina en una secular y testaruda vocación por detenerse.
CAMINO DE IDA Y VUELTA
Así es como, por esos avatares de la historia y sus circunstancias, uno se ve de repente arrancado de sus raíces naturales y forzado a medrar en un lugar lejano y distinto. Oficial de primera ajustador en la Seat, David no podía sustraerse a su condición de riojano; en el restaurante, en las celebraciones, en el bar, a él siempre le asignaban la responsabilidad de pedir el vino. De carácter inquieto, se hizo eco de esa suerte de predestinación de que el vino y el riojanismo le marcase los días. Ya su padre le había inculcado ese amor por la tierra y el vino. Y él nunca perdió el contacto con la tierra y sus viñas.
Cuando podía, desde Barcelona regresaba a el pueblo; primero en tren y cuando fue posible ya en coche. Eran tiempos de graneles, y se las apañaba para comprar garrafones de vino a distintos cosecheros, vino que luego embotellaba a mano y en Barcelona daba a probar a amigos y conocidos. El olfato natural o el gusanillo del negocio le empujó a sopesar un posible regreso al pueblo. Primero se trasladó a la Seat de Pamplona, y finalmente con 33 años y la ayuda de la indemnización por la reconversión de la fábrica, se estableció de nuevo en Badarán. En la cosecha de 1981 compró 100.000 kilos de uva y elaboró 5.000 cántaras de vino.
Ya en 1983 realizó el primer Máster de enología que organizó el Gobierno de La Rioja. Poco a poco fueron girando estaciones, vivencias y cosechas; y en 1987 empezó a embotellar en un garaje del pueblo (botellas obviamente sin etiquetas ni marca, sólo las precintas del Consejo Regulador pegadas a mano). Hoy puede parecer todo muy lejano, pero la verdad es que hace apenas veintitantos años el vino se vendía por garrafones; y Moreno fue el primero en embotellar en la comarca.
En 1988 se autofinanció para poder empezar a construir la nueva bodega mientras no cejaba en su empeño de ir conociendo los entresijos del vino y las bodegas: solía ir a Bodegas Muga, en Haro, y allí aprendió y se empapó de lo que significa elaborar y vender vino. Lo suyo, sin duda, fue un acierto en el tiempo, pues visto en perspectiva resulta que no sólo lo que ha conseguido lo hizo de por libre, sino además fue anterior al “boom” de los noventa. De alguna manera ha sido un adelantado al poner a Badarán en el mapa por una parte (independientemente de que supo aprovechar el tirón de la cercanía a San Millán de la Cogolla), pero por otra él desde siempre tuvo la vocación de vender vin en la bodega, abriendo esta al público para ser visitada, y en contacto permanente y directo con los consumidores antes de que llegara el enoturismo, o mejor aún, concitando este de un modo natural: visita a La Rioja a disfrutar del paisaje, a empaparse de cultura y a comprar vino.
COSECHANDO RESULTADOS
David Moreno ha conseguido pacientemente erigir un pequeño imperio en su bodega; y ha ido creciendo al tiempo que esta se magnificaba. Tomando como referencia y modelo a quienes venden más, tanto en La rioja como en otras zonas vinícolas, a base de trabajo, sentido común y sencillez, sin mirar atrás y firme en el camino que en su día se trazó, no sólo superó con creces la mentalidad rústica de mirada estrecha del agricultor que se da por el entorno, o los momentos malos como la crisis de 1999 cuando la uva se pagó a más de trescientas pesetas el kilo y ello provocó un desajuste en el mercado que llevó un tiempo superar, sino que como quien no quiere la cosa ahora está tranquilamente recogiendo los frutos de todo ese quehacer a través de lustros.
Hoy en día el vino ya no es cosa de ese espectro de público que solía consumirlo sobre todo por el impacto alcohólico, al revés, en estos tiempos y con el cambio paulatino de idiosincrasia, el vino da caché y la gente está concienciada de sus valores. También los gustos han cambiado: antes la zona era principalmente de elaboración de claretes en más de un ochenta por ciento, mientras que hoy los tintos de guarda son los más solicitados. Y le resulta emotivo a Moreno que la gente queda contenta con sus vinos y vuelvan a por más. Ello no es fortuito pues la bodega que ha ido forjando a través de su vida, el año pasado acogió más de 17.000 visitas pues en sus instalaciones de acogida y entretenimiento -integradas en el sistema operativo de la misma- permite ofrecer toda una serie de servicios que hacen las delicias del visitante.
Además, recientemente esta línea de actuación se ha visto recompensada con la obtención de varias medallas en certámenes nacionales e internacionales de vinos, como el Zarzillo de Plata para David Moreno crianza Selección de la Familia 2005 y la medalla de Plata para David Moreno reserva 2004 en el Concurso Tempranillos al Mundo 2009. Que siga la buena racha.