Durante la etapa del embarazo, el cuerpo de la mujer experimenta muchos cambios, y los requerimientos nutricionales no son menos; las necesidades energéticas y de ciertos nutrientes se modifican notablemente, sin embargo, en países desarrollados, el estado nutricional de la madre no suele resultar un problema de déficit, es decir, existe muy poco riesgo de una desnutrición que afecte en el desenlace de la gestación.
¡Más bien lo contrario! El riesgo (a nivel alimentario hablando…) lo encontramos en el sobrepeso, en la obsesión por parte de abuelas y de los futuro padres, de que la mujer gestante esté “bien alimentada”.
Las deficiencias más frecuentes en nuestro entorno son las de ácido fólico, zinq y hierro, perfectamente cubiertas por las recomendaciones de médicos, que en todos los casos aconsejan una suplementación de estos nutrientes antes incluso de que se produzca el embarazo.
Por tanto, cuando una mujer se encuentra en el momento de la gestación, deberá cuidar su ganancia de masa corporal, en función de su peso previo al embarazo y su alimentación debe ser simplemente saludable, ya que si hasta ahora no lo hacía por sí misma, existe una responsabilidad como madre, de proporcionar alimentos saludables al niño.
Los requerimientos energéticos durante el embarazo (y también la lactancia) aumentan en unas 300Kcal diarias aproximadamente, por lo que, teniendo en cuenta que la media en una mujer no gestante es de 1500-2000Kcal, aquello de “comer por dos” solo va a conseguir que la ganancia ponderal sea excesiva, afectando de manera importante el exceso de grasa en las complicaciones del parto.
Lo adecuado en cada caso es individualizar la dieta de la gestante según su masa corporal, edad, actividad física, estilo de vida… pero si queremos proporcionar una alimentación completa, sin déficits que puedan perjudicar al feto, podemos seguir las siguientes recomendaciones:
El estado nutricional de la madre puede condicionar el nivel de salud y desarrollo del feto, pero una alimentación variada y equilibrada puede ser suficiente para cubrir las necesidades de madre e hijo, ya que el mayor riesgo de déficit de vitaminas y minerales está generalmente cubierto por las recomendaciones médicas.
Sin embargo, sí requiere una especial atención que la ganancia de peso sea la adecuada, evitar el consumo de alcohol, excitantes y sustancias potencialmente tóxicas, además de asegurar una correcta educación nutricional de la madre.