Verano del 87
Aquel año aconteció un milagro: aprobé matemáticas. Fue un aprobado raspado, famélico, casi sietemesino. Como en casa sabían que las casualidades no se repiten y ante la perspectiva de pasar en breve a la universidad, decretaron que aquel verano debía buscarme un profesor particular para desentrañar sin presión el misterio de las derivadas y la […]