Las comunidades tienen poco que ofrecer. Atrás han quedado los años en que cada una pujaba por tener un aeropuerto a la puerta de casa, el palacio de congresos más descomunal, Defensor del Pueblo propio, autovías de la capital al pueblo más intrincado. Con la crisis azotando y las arcas en pleno tembleque, todo su esfuerzo se concentra, a lo sumo, en poder pagar las nóminas de los funcionarios a fin de mes o mantener con el equilibrio de unos platillos chinos la sanidad y la educación.
Sin dinero y con proyectos de mucho menor calado que hace apenas un lustro, las autonomías se conforman con vender a sus ciudadanos intangibles. Colaboración, sinergias, apoyo mutuo. El ejemplo más cercano remite a esta misma semana, donde los presidentes de La Rioja, Aragón y Navarra firmaron lo que es la primera declaración general de colaboración entre los tres territorios. ¿Y qué contiene el texto? Pues eso, “compromisos para llevar a cabo…”, “búsqueda de fórmulas para impulsar…”, “el interés por promover actuaciones conjuntas a favor de…” Nada de proyectos concretos u obras palpables que, con la retórica propia de la política, se remitieron a futuros acuerdos multilaterales en infraestructuras, agroalimentación o turismo sin plazo fijo ni presupuesto concreto.
Más que saciar a sus ciudadanos, las comunidades se reivindican de esta manera a sí mismas. Ya lo dijo Luis Fernanda Rudi en la cita con sus homólogos riojano y navarra en El Bocal de Fontellas: “En un momento especialmente complicado para España en el se mira a las comunidades como culpables de casi todo, declaraciones institucionales como ésta son una muestra de responsabilidad de los presidentes autonómicos en beneficio de la ciudadanía”.
El mensaje no sacia el hambre, aunque huele bien. Mucho mejor, desde luego que las disputas fronterizas en materia de atención sanitaria que hace nada elevaron la tensión hasta grados insólitos para quedar la cosa prácticamente como está. Un conflicto en el que, precisamente, estuvo inmersa La Rioja con Navarra (además de con el País Vasco) y del que nada se comentó en el encuentro en El Bocal.
En ese escenario, la sección riojana UPyD ha dado un paso más allá proponiendo la fusión entre los tres territorios para conformar una especie de ‘Ebro Región’. ¿O no? La idea, enmarcada en la cada vez más extendida tendencia a la jibarización de administraciones a favor de la austeridad ha sido rebatida por la dirección nacional que encabeza Rosa Díez. Eso es una cosa “sin importancia” de los de provincias. Un “documento de trabajo mal filtrado”, añaden.
UPyD en La Rioja se ha dado así de bruces con el aparataje de su propio partido, sufriendo en carne propia el mismo dolor que padecen las sucursales de otras formaciones de ámbito nacional y viendo, al final, como una sugerencia tan interesante o fútil como las cientos que brotan últimamente se ha vuelto en su contra por razón de la legitimidad cuestionada. Al menos, de rebote, han conseguido algo seguramente no pretendido: ser Trending Topic.
Fotografía: Miguel Herreros