Nada ni nadie
Recuerdo nítidamente el día que aprendí a nadar. Era de color verde césped y azul tanque de agua. Tenía sabor a cloro y un regusto pegajoso a canícula de agosto. Yo era un moco miedica, esmirriado, uniformado con una pantaloneta meyba dos tallas más grandes. Con los pies en el bordillo de la parte más […]