Jugar a votar
Terminado de comer, el yayo Tasio se dispone a atacar la siesta. Ovillado en el sofá, reclina la cabeza a la espera de esa primera gotita de baba que anuncia el tránsito a una felicidad de diez minutos. El silencio del salón se quiebra abruptamente con una megafonía que atraviesa las paredes. Una furgoneta escupe […]