Nada que hacer
E l que fuéramos unos ‘sinpueblo’ le tenía preocupado al yayo Tasio. Como no disponíamos de una casa propia ni prestada en el campo donde pasar el verano escuchando el cencerro de las vacas y el trino de los pájaros, el abuelo creía que yo corría el riesgo de convertirme en un repelente niño de […]