Si nos paramos a analizar dónde comienza nuestra educación, podemos observar cómo la familia tiene un peso fundamental en nuestro desarrollo integral.
Aquí hablaremos de varias pautas que pueden servir a las familias para ir mejorando día a día.
Elegir una pedagogía positiva es clave a la hora de educar, mirando con ojos positivos, enseñando a que sean autónomos, ser cariñosos y valorar cada uno de sentimientos. Aquí entraría la Inteligencia Emocional como pieza fundamental en el desarrollo personal del niño.
Ser asertivos también puede ayudar mucho. Hay que apostar una educación firme dado que si uno se pierde en ser colega de sus hijos, nunca plasmará la autoridad en sus decisiones educativas.
Escuchar a los niños es básico si luego queremos que nos sigan contando sus cosas. Debemos potenciar una sana comunicación y resolver los conflictos que vayan surgiendo, tomándolos como un aprendizaje.
Siempre se dice, que la responsabilidad nace de la autonomía, por lo que si un niño aprende a ser responsable y a tener pequeñas metas, podrá adquirir habilidades muy útiles para su futuro personal.
Fomentar su creatividad a través de actividades para potenciar el pensamiento divergente. Dotarles de dichas herramientas, les hará afrontar cada situación de una forma original y darle a un mismo problema, varias soluciones.
“La educación ayuda a la persona a aprender a ser lo que es capaz de ser” Hesíodo