El estrés es un estado de tensión física y mental que se genera como respuesta automática ante situaciones externas que son percibidas como amenazantes o demandantes. El estrés no es algo malo pues nos impulsa a conseguir objetivos e incluso puede ser saludable si se sabe manejar eficazmente.

Se suele dividir en tres fases:

*Fase de alarma o huida:

Nuestro organismo se prepara para producir el máximo de energía y sufre cambios químicos. Se produce una reacción en cadena en el organismo: tensión muscular, incremento de la intensidad de los latidos del corazón,…

*Fase de adaptación:

Se conoce como fase de resistencia dado que el cuerpo mantiene la situación de alerta e intenta retornar al estado normal.

*Fase de agotamiento:

Sucede cuando el estrés se convierte en crónico y se mantiene durante un período de tiempo que varía en función de cada individuo. Surge la debilidad, sensación de angustia y ansiedad que puede llegar a afectar a la salud física y emocional.

“No todas las personas se enfrentan a situaciones estresantes de igual forma”.

Hay determinados factores antiestrés que nos pueden ayudar en nuestro día a día:

*Actitud: Tiene que ver con la forma en que interpretamos la realidad que nos rodea, por lo que para alguien una situación puede ser percibida como demandante y amenazante mientras que para otra representa un reto interesante o una oportunidad de desarrollo.

*Bienestar físico: La mala alimentación estresa al cuerpo y a la mente perjudicando a quien se encuentra en este estado.

*Redes de apoyo: Como seres sociales que necesitamos de los demás y la mayoría de las personas requiere de alguien en sus vidas en quien confiar en un momento difícil. Cuando no se tienen redes de apoyo, las situaciones estresantes se vuelven más complicadas.

“Apresúrate despacio”

(Baltasar Gracián)